Por Said jedidi. / infomarruecos.ma
El conflicto entre Israel y Palestina es uno de los más complejos y controvertidos del mundo. En las últimas décadas, la narrativa occidental sobre este conflicto se ha vuelto cada vez más sesgada, presentando a Israel como una democracia intachable que se defiende de los palestinos. Esta narrativa es peligrosa, ya que oculta la realidad del conflicto y dificulta la búsqueda de una solución justa y duradera.
El primer punto de discordia en la narrativa occidental es el uso del término « democracia » para describir a Israel. Los críticos argumentan que este etiquetado es engañoso, ya que Israel tiene un historial de violaciones de los derechos humanos, como las expulsiones, los bombardeos, los asedios y el hambre contra el pueblo palestino.
El segundo punto de discordia es la narrativa que pinta a Israel como un país que se defiende de los palestinos. Los críticos señalan que esta narrativa es una inversión de roles, ya que los palestinos son el pueblo oprimido en este conflicto. Israel, por su parte, recibe un sustancial respaldo militar, logístico y financiero de potencias occidentales, lo que le da un enorme poder sobre los palestinos.
Adentrémonos en las complejidades que enredan este conflicto. No podemos obviar la brutalidad del Holocausto y la Shoah, así como la sombría Nakba y las variadas masacres de palestinos llevadas a cabo por Israel. En este telar histórico, es crucial tener presente que ambos pueblos comparten una conexión como semitas y descendientes de Abraham. Desestimar esta realidad solo alimenta el fuego de un conflicto que parece no tener fin.
Resulta innegable la necesidad de abordar tanto el antisemitismo como la islamofobia a través de una conmemoración histórica imparcial y una enseñanza completa de los acontecimientos. No podemos permitir que las conmemoraciones de atrocidades pasadas eximan a Israel de su responsabilidad en relación con el pueblo palestino. Es crucial desmontar la narrativa que retrata a Israel exclusivamente como una víctima, desviando la atención de las acciones cuestionables del sionismo.
Lo que realmente necesitamos es adoptar un enfoque equilibrado en la enseñanza y la conmemoración histórica. La demonización unilateral de cualquiera de los pueblos involucrados solo contribuye a perpetuar un ciclo interminable de violencia. En lugar de sucumbir a este peligroso juego de señalar con el dedo, busquemos la verdad objetiva.
Reconozcamos sin reservas el sufrimiento experimentado por ambas partes. Al hacerlo, no estamos diluyendo la gravedad de las injusticias pasadas, sino construyendo las bases para un futuro más justo y equitativo. Aspiremos a un mundo donde la justicia y la equidad sean los pilares de la convivencia, superando las barreras que han dividido a estos pueblos durante demasiado tiempo.