Un embajador de mentira, un país de mentira y una cúpula de mentira para encubrir violaciones a los DDHH

Por Abel Fuenzalida E. / Profesor de Estado.

El 29 de marzo, pocos días después que en el foro mundial de los DDHH realizado en Buenos Aires, no se aceptara la participación del frente polisario por estar sus dirigentes investigados en tribunales internacionales por crímenes de lesa  humanidad y atropello a los DDHH, cuestión que reconoció públicamente el representante de este grupo en Argentina, Mohamed Ali Salem en presencia del premio nobel Alfonso Pérez Esquivel donde lamentó que “la organización del foro vetara su participación, para lo cual el frente polisario envió dos propuestas”, la radio Universidad de Chile emite un programa donde a Mohamed  Zrug, se le presenta como “embajador  para américa latina y el caribe de la república árabe saharaui democrática”, en que este, sin pudor alguno hace afirmaciones sobre el “mayoritario apoyo de los países de américa latina a la rasd y la solidaridad del frente Polisario con los exiliados chilenos después del golpe de estado de 1973”, además del “acompañamiento vigoroso de Chile al fp”.

Estas afirmaciones, por su clara falta a la verdad no debieran siquiera tener una respuesta, pues bastaría recordar porque no fueron admitidos en el foro mundial de los DDHH realizado en Buenos Aires, cuyos organizadores, entre los que se cuentan madres y abuelas de plaza de mayo, ya habían resuelto no aceptar a nadie que estuviera relacionado con juicios por violaciones a los DDHH, entre los que se cuenta el Polisario, sino porque fueron trasmitidos en un medio respetable vinculado a la Universidad de Chile, alta casa de estudios que merece el respeto de todos los chilenos. Pero eso no justifica que guardemos silencio al ver que a través de sus ondas se transmitan mentiras y menos que se trate de embajador al representante de un país inexistente.

En efecto, la base de operaciones del grupo se encuentra en Argelia donde, con la autorización de sus autoridades, controla campamentos de refugiados, en los cuales hombres, mujeres, niños y ancianos son víctimas de violaciones a todos sus derechos humanos, cuestión que reconoció el mismo grupo el pasado 12 de octubre de 2022 cuando en declaración pública “da inicio al proceso de reparación a las víctimas de nuestro pueblo por los errores cometidos contra ellos”.

La Asociación Saharaui para la defensa de los DDHH, creada por ex polisaristas e impulsora de estas denuncias habla de miles de víctimas, torturados, mujeres violadas, presos políticos con años sin proceso, detenidos desaparecidos y muchos otros delitos, como el robo de ayuda humanitaria y violación de mujeres. Claramente y con estos antecedentes no se podían sentar junto a organizaciones que desde todo el mundo llegaron a Buenos Aires para manifestar su compromiso con los derechos humanos.

El “embajador”, como le dice un despistado periodista de radio Universidad de Chile y sin ponerse colorado afirma que la mayoría de América Latina reconoce al Polisario, cuestión que se desmiente por si sola al comprobar que los países que reconocen a este grupo son 12: Belice, Bolivia, Cuba, Colombia, Ecuador, México, Nicaragua, Trinidad y Tobago, Panamá, Perú, Venezuela y Uruguay.

Países que le han retirado su apoyo al Polisario son 19: Antigua y barbuda, Barbados, Costa Rica, Dominica, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Paraguay, Republica Dominicana, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucia, Surinam.

Países que nunca han reconocido al Polisario 6: Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Estados unidos.

Los países que no reconocen al Polisario en América latina son 25. El doble de los que aún los reconocen, donde 4 de esos 12 se encuentran estudiando el retiro a su reconocimiento y dos de ellos han solicitado copia de las denuncias presentadas en tribunales internacionales por violación a los DDHH por parte de la cúpula del grupo.

Son datos indesmentibles que demuestran la falsedad de las declaraciones del auto designado “embajador Zrug” al afirmar que la mayoría de nuestro continente los reconoce.

Otra mentira es el “apoyo a la resistencia chilena y que sus embajadores en la ONU manifestaron a los representantes de Pinochet que no reconocerían al régimen militar”. En esto hay dos grandes mentiras. La primera es que el polisario no puede reconocer a otros países por la simpe razón de no estar reconocido por la ONU y la segunda mentira es que el no reconocimiento a Pinochet habría ocurrido en 1973, donde, como la historia demuestra, faltaban varios años para que la rasd fuera constituida en Argelia. Entonces, al no estar siquiera constituidos, mal podían reconocer a un tercero, menos atribuirse un reconocimiento de la ONU que nunca ha tenido y tampoco haber apoyado a la resistencia chilena.

Sobre el masivo apoyo de Chile al Polisario, una nueva mentira pues todo el mundo político sabe que solo cuenta con el apoyo de 3 gatos de un grupo insignificante, donde uno de ellos fue desmarcado de la pre campaña presidencial del alcalde Jadue por sus vínculos con el ex alcalde de San ramón y el narcotráfico, además  del tibio apoyo del PC. Las votaciones casi unánimes en contra de este grupo en el  congreso demuestran claramente que hace rato sus mentiras han quedado al descubierto.

Pero lo grave para todo observador informado, es que la radio de la Universidad de Chile, a diferencia del foro mundial de los DDHH, abra sus micrófonos al representante de un grupo acusado de violaciones a los DDHH, delitos que el mismo polisario ha reconocido y que debiera hacer meditar también al grupito minoritario de parlamentarias desinformadas que se prestan a este show sin medir las consecuencias de ser cómplices de violadores de los DDHH y avalar con su presencia a criminales de lesa humanidad. La historia de Chile es muy dolorosa en materia de DDHH como para permitir que un medio respetado y querido por todos los chilenos, sea utilizado de esta manera, permitiendo que en sus transmisiones se  mienta y tergiverse la realidad, dando espacio a un embajador de mentira, crédito a una cúpula de mentira y reconocimiento a un país de mentira donde y en un territorio que no es el suyo, diariamente se violan los derechos humanos.