Por. Jorge Tapia Vidal.
Encierro, aislamiento y bruscos cambios sin jardín infantil y colegios, afecta al estado emocional: más tristeza y sensibilidad, mayor ansiedad, mayor irritabilidad con despuntes de conductas problemáticas o disruptivas, más miedos e incluso conductas de mucha preocupación, entre otros problemas psicológicos.
Una mirada aparte es en los sectores más vulnerables, con mayor hacinamiento, carencias de todo tipo y una distancia social inexistente. Los sectores más pobres, sin alimentación adecuada y sometidos a violencia intra familar creciente y más de lo habitual de sus pobres vidas, los convierte en víctimas cada día.
En algunos niños estos síntomas pueden ser visibles desde los primeros días de aislamiento, en cambio, en otros casos estos efectos aparecerán semanas más tarde.
Sin ver a sus abuelos, primos, tíos, amigos y compañeros durante meses les genera un cambio brusco, brutal, desconocido y radical. Cambian los hábitos, costumbres, juegos, lenguaje, alejamientos obligados y comportamientos sociales. Sin abrazos, besos ni cariños. Sin juegos infantiles, paseos, deportes, eventos, ni parques. En las plazas, juegos vacíos, niños ausentes, sin sonrisas ni alegrías.
Soledad, angustias, abandono, depresión, aislamientos, emocionalmente frágiles, niños mañosos, mal genio, llorones, con pérdida de habilidades para relacionarse con otros niños y adultos. La persona extraña es un riesgo en cualquier parte. Más aún sin verle el rostro tapado por mascarillas. Lo que antes pudo ser un juego inocente, hoy es una obligación social.
Cuando pueden ven noticias en TV: un mundo peligroso y su propia vulnerabilidad aumenta, alteración del funcionamiento neuro cerebral, prematura obesidad por ansiedades, enuresis – orinarse en las noches – , disminución de capacidades deportivas… Nuevo lenguaje social de conductas en grupos.
La “distancia social” les genera miedos. Acercarse a otros es “una amenaza”, abrazar a sus familiares es “riesgo”, ver morir a sus abuelos o padres, es el “peligro” latente, y lo ven en las noticias.
Es haber vivido una “guerra” de inquietudes y “dolores” que los marcarán de por vida. Porque el mundo cambió y nunca volverá a ser como antes. El virus es mutante y seguirá cambiando la vida de los niños.
Hay mucho por hacer y hacerlo AHORA. En un año más no sirve.
Cuando empieza la cuarentena, las personas ‘desaparecemos’ de la vida pública de un momento a otro. Los aspectos psicológicos y de motivación de los individuos resultan fundamentales para asegurar el éxito de esta medida de aislamiento. Pero a medida que van pasando los días pueden empezar a tambalearse. Aumentan las restricciones y libertades son anuladas.
Según se ha podido comprobar, entre los adultos que se encuentran en confinamiento, existe un mayor riesgo de sufrir algunos problemas psicológicos como la depresión, el desapego hacia los demás, estrés postraumático, ira o mayor irritabilidad, fatiga, insomnio o angustia. El efecto en los niños chicos puede, además, detectarse en pocas semanas o meses, e incluso, años más tarde.
Los niños son mucho más resistentes que los adultos a los efectos psicológicos del aislamiento, pero no son inmunes en su totalidad. El cambio en sus rutinas, el continuo ‘bombardeo’ de noticias, o no poder satisfacer sus necesidades básicas como correr, saltar, jugar con sus amigos, etc. puede provocarles estrés y tener un gran impacto emocional en ellos.
Los distintos estudios que ya se están realizando a partir de las semanas en confinamiento, han constatado que tras quedarse tanto tiempo en casa los pequeños tienden a ser mucho más irritables, lo que hace más frecuentes las rabietas y los momentos de enfado.
Son varios los expertos que también hablan sobre la tristeza de los niños en estos días, que puede acabar resultando en un estrés postraumático que afectaría a los pequeños a medio plazo.
¿Qué tipo de impacto psicológico puede aparecer en nuestros nietos o hijos?
Según el tipo de personalidad y carácter del niño se pueden dar diferentes efectos psicológicos:
Los niños que son más sensibles suelen sentirse muy abrumados por los estímulos, por los cambios repentinos y sobre todo, por la angustia emocional de los demás. Este tipo de niños pueden llorar más a menudo y llegar a experimentar alteraciones del sueño como terrores nocturnos o pesadillas.
Los niños con un temperamento difícil suelen tener problemas para aceptar las instrucciones y las normas que se le dan y poseen una mayor tendencia a responder de malas formas. Este tipo de niños experimentarán una mayor rebeldía ante la cuarentena, además de cambios de humor y aburrimiento.
Dentro de la cuarentena por coronavirus los adultos tenemos que ser activos para combatir todos los efectos psicológicos negativos que producen el aislamiento tanto en nosotros mismos, como en los niños y el resto de la familia.
Los países europeos, se podría decir, si no hay rebrotes violentos y mortales, vienen de vuelta y han aprendido. Algo. Nuevas formas de trato hacia los niños, han logrado corregir en parte, estas secuelas.
La principal tarea de los padres será la de crear unas rutinas que proporcionen seguridad y estabilidad a los más pequeños dentro de esta situación de excepción.
Los niños deben entender que no son vacaciones quedarse en la casa, aunque se repita hasta la saciedad.
Los mayores de cinco años: Por su capacidad de aprender, es posible fijar un horario será muy importante para ayudarles a saber lo que va a ocurrir. Este ‘programa’ incluirá los diferentes momentos del día como las comidas, los momentos de estudio, tareas como recoger el cuarto, hacer su cama, etc.
Es importante ser un poco más tolerantes con el comportamiento de los hijos o nietos. Para ello será necesario saber manejar las herramientas para la gestión de situaciones como peleas entre hermanos, rabietas, etc. Los adultos, incluidos los hermanos mayores, deben ser pacientes, firmes y utilizar el sentido común.
Somos ‘animales sociales’ y como tal necesitamos relacionarnos con otras personas. Será importante telefonear o hacer video llamadas a sus amiguitos o familia para mantener el contacto y combatir los miedos y la incertidumbre de esta situación tan nueva y estresante para los pequeños.
Hablar con los niños sobre el tema: Para hacerlo, los padres deben adaptar el mensaje que quieren dar a la edad y la madurez de los hijos. Todo lo que se diga debe ser verdad y utilizar la sinceridad.
No se puede salir pero se pueden seguir haciendo actividades en familia como ver películas, jugar a las cartas o juegos de mesa, etc. Eso ayudará a los pequeños a sobrellevar mejor el aislamiento.
Porque en un año más se pueden cambiar las secuelas de los niños. No dejar ahora lo que se debe hacer hoy.
HOY ES LA URGENCIA.