La periodista y escritora conversó en exclusiva con la prensa luego del relanzamiento de su libro «Britain and the Dictatorships of Argentina and Chile». En éste desnuda el rol de la dictadura en la guerra de Las Malvinas, asegurando que Margaret Thatcher, «como muchos de los políticos de la derecha británica, admiraba a Pinochet y su régimen». Grace Livingstone, periodista y académica de la Universidad de Cambridge ha dedicado largos años a la investigación de los regímenes políticos en Latinoamérica. Hace unas semanas se relanzó su libro “Reino Unido y las dictaduras de Chile y Argentina” en el que analiza el impacto de las corporaciones privadas y los movimientos sociales, así como de la Campaña de Solidaridad de Chile por parte de los grupos de derechos humanos, en la política exterior británica. En su investigación la periodista describe cómo el Ministerio de Relaciones Exteriores trató de disuadir a los gobiernos laboristas de 1974-79 de imponer sanciones al régimen de Pinochet y cómo funcionarios de gobierno impusieron restricciones a la política exterior “ética” que había desarrollado Gran Bretaña con los laboristas.
Durante los primeros años de la dictadura en Chile, Reino Unido tuvo como primeros ministros a dos laboristas, Harold Wilson y James Callaghan que fueron muy severos con el régimen. Pero en 1979, asumió Margaret Thatcher y toda la política exterior británica dio un giro. ¿A qué se debió el cambio?
Luego de la asunción de Margaret Thatcher hubo un enorme cambio en las políticas británicas porque, bajo el mando de los laboristas Harold Wilson and James Callaghan, existía lo que yo llamo una política exterior ética. Ellos propiciaron un embargo a la venta de armas a Pinochet, retiraron al embajador, cortaron toda ayuda a Chile y recibieron a miles de chilenos como refugiados en el Reino Unido. Cuando Thatcher llegó al poder, ella revirtió todas esas medidas y fue durante su gobierno que Gran Bretaña comenzó a vender armas nuevamente al régimen de Pinochet, volvió a instalar un embajador en Santiago, puso fin al programa de refugiados y los chilenos que escapaban de la dictadura dejaron de ser bienvenidos, y reinstauró los créditos de exportación para hacer más fácil a las empresas el comerciar con Chile. De esta forma, la política externa ética fue completamente desmantelada y, luego de la Guerra de las Malvinas, las relaciones entre Chile y Gran Bretaña fueron aún más cercanas, particularmente en el ámbito militar. Hasta ahora en Reino Unido el tema de la Guerra de las Malvinas es un tema sensible. Acá tenemos un sistema por el que, luego de 30 años, los documentos del Gobierno son desclasificados a menos que sigan siendo material sensible y casi todos los documentos relacionados con el apoyo chileno al Reino Unido durante la Guerra de las Malvinas siguen siendo clasificados, así que no es posible aún saber la extensión o detalles del apoyo militar chileno durante la guerra. Si bien es cierto que en ciertas entrevistas, Margaret Thatcher agradeció a Pinochet por su apoyo y muchos de quienes participaron en esas negociaciones tanto en Chile como en Gran Bretaña han publicado algunas informaciones, pero es interesante que los documentos oficiales sigan estando catalogados como clasificados.
Margaret Thatcher definió a Augusto Pinochet como “un amigo de Reino Unido”. ¿Cómo fue su relación?
Thatcher, como muchos de los políticos de la derecha británica, admiraba a Pinochet y su régimen. Había un gran respeto por su política económica, la gente de la derecha había sido muy crítica del rol de los sindicatos en la política y se mostraron en favor de cómo los sindicatos se retrajeron en el Chile de Pinochet y, en general, toda la política neoliberal fue muy admirada en Gran Bretaña. Muchos de los asesores de Margaret Thatcher eran amigos cercanos del propio Pinochet como Alan Walters, Asesor Económico Principal, quien visitó Chile y a Pinochet durante los 70’s. Otro asesor de Thatcher era cercano a Pinochet y ayudó en la redacción de su constitución. Hay todo un elenco de figuras conservadoras que eran cercanos a Pinochet y que trabajaron con Thatcher, pero la misma Primera Ministra, pese a que cambió toda la política mientras estuvo en el poder para hacerla más favorable a Pinochet, nunca lo conoció sino hasta que ella salió del mando en 1994 y entonces fue cuando se convirtió en una muy buena amiga de él. Cuando Pinochet fue arrestado a fines de los 90′ s, ella habló públicamente en su favor y visitó la casa donde él permanecía en arresto domiciliario en Surrey. Esa visita fue televisada y ella declaró que Pinochet era un amigo del Reino Unido, que lo había ayudado durante las Guerra de las Malvinas e, incluso, aseguró que Pinochet había restaurado la democracia en Chile. Margaret Thatcher se convirtió en su pública defensora durante el arresto en Londres y, efectivamente, creía que Pinochet había devuelto la democracia a Chile al derrocar a Allende.
En su libro, usted señala que la dictadura de Pinochet perduró más allá de otras dictaduras latinoamericanas y que ello se debe al fuerte apoyo interno, pero internacionalmente también tuvo apoyo, porque la falta de sanciones le permitió a Pinochet desarrollar la economía.
La extensión de la solidaridad hacia Chile luego del Golpe de Estado tanto en Gran Bretaña como internacionalmente fue extraordinaria, hubo un gran sentimiento de indignación cuando Salvador Allende fue derrocado, mucha gente de izquierda en Reino Unido sentía simpatía por su idea de la vía democrática al socialismo, así es que se horrorizaron cuando fue sacado del poder por la fuerza. El movimiento en solidaridad hacia Chile y contra Pinochet fue increíblemente vasto, no solo alcanzó a los laboristas y sindicatos, sino que llegó a los estudiantes, abogados, periodistas, activistas por los derechos humanos, a una gran parte de la sociedad. Pero, por el otro lado, había empresarios y funcionarios de gobierno del Partido Conservador que sentían que la dictadura entregaba muchos mejores condiciones al Reino Unido y sus intereses comerciales, para las exportaciones, para los inversores, así que existía una división en el país entre aquellos que simpatizaban con Pinochet y aquellos en la izquierda y liberales que simplemente estaban horrorizados por su régimen.
Aunque existía esta campaña de solidaridad hacia Chile y contra el régimen de Pinochet alrededor del mundo, pero uno de los problemas es que no estaba coordinada, así que para la época en que Reino Unido decretó el embargo de las armas, Francia vendía montones. Luego, cuando Estados Unidos decidió el embargo, Alemania estaba vendiendo. Así que nunca hubo una coordinación en las sanciones hacia Chile, por lo que el régimen de Pinochet fue capaz de moverse entre diferentes proveedores y, como tú bien dices, en realidad no hubo sanciones completas ni cierres en las negociaciones comerciales y eso permitió que los privados invirtieran sus capitales durante todo el régimen de la dictadura. Esa relación comercial abierta durante el liderazgo de Thatcher se mantiene hasta estos días. Gran Bretaña es uno de los principales proveedores de armas de control de masas a Chile. Es indignante que Gran Bretaña esté vendiendo armas, pero particularmente por el tipo de armas que se están vendiendo que son las de control de masas y que están siendo usadas contra manifestantes en un contexto en el que las Naciones Unidas ha condenado los abusos cometidos por las fuerzas policiales chilenas.
Está muy mal que el Gobierno británico haya autorizado estas ventas, pero lo que es más preocupante es el nivel de secreto con el que se han llevado a cabo las negociaciones y la cooperación militar entre Chile y Reino Unido desde los años de Pinochet. Ese nivel de secretismo se mantiene hasta hoy, en Reino Unido nos enteramos hace poco que le estábamos vendiendo armas a Chile y eso gracias a las solicitudes de libertad de información (freedom of information request), pero seguimos sin tener toda la información y el Gobierno se niega a revelar si efectivamente se está entrenando a las fuerzas policiales chilenas o militares, eso sigue siendo información clasificada.
Sin embargo, ha habido algunas revelaciones en la prensa y ello ha permitido que los grupos de defensa de los Derechos Humanos aquí sean muy críticos de tales ventas y estén presionando al Gobierno para detenerlas. Que las Fuerzas Armadas o la Policía británica estén entrenando a otras fuerzas alrededor del mundo es algo que se ha mantenido en un nivel de alto secreto y es muy difícil averiguar qué es exactamente lo que está pasando y a veces, simplemente, tenemos que confiar en lo que nos dicen las personas de los otros países y aquí, los periodistas estamos luchando para investigar la extensión de la cooperación militar en las que se involucra nuestro país. Creo que el gobierno británico debería ser más abierto al respecto, pero mientras eso sucede, seguiremos buscando la información de la manera que podamos.
¿Cuánto pesa el que ambos países tengan actualmente gobiernos de derecha?
El movimiento de solidaridad hacia Chile luego del Golpe de Estado fue excepcional y logró que la gente tomara conciencia de lo que estaba haciendo la dictadura. Creo que, hasta ahora, aún no hay claridad de todo lo que pasó en Chile en materia de abusos de los derechos humanos. El Gobierno dice que Chile es una democracia ahora y, por lo tanto, no hay razón para no vender armas, pero las condenas de Naciones Unidas por la represión policial han hecho que la ciudadanía presione el Gobierno para detener la venta de armamento represivo. No creo necesariamente que haya un fundamento ideológico para sostener estos negocios, simplemente el Gobierno quiere vender la mayor cantidad de armas posible. Sin embargo, sí creo que si el gobierno fuera laborista las campañas de los defensores de los DD.HH serían más exitosas.
Negocios son negocios, entonces ¿la venta de armas entonces tiene que ver con la salida de la Unión Europea y el buscar la generación de recursos?
El gobierno británico está buscando mercados por todo el mundo, independiente de si quienes compran son o no represores de los DD.HH, de si son democracias o dictaduras. Solo interesa abrir mercados para promover el comercio británico en el ámbito de las armas, porque es un área muy importante y aunque digan que se respetan las guías y límites para esas ventas, creo que en el caso de Chile esos límites han sido traspasados. Para ser justa, el Gobierno si afirma que están monitoreando la situación de DD.HH en Chile y que de haber pruebas consistentes con violaciones a las libertades de las personas, reconsiderarán estas exportaciones, pero de momento las licencias siguen abiertas.
Hay similitudes en cómo los líderes de Estado en Gran Bretaña y Chile han enfrentado ciertos temas como la migración y, en estos días, la pandemia de Covid-19. Ambos utilizan una retórica de guerra, de enemigos y batallas que dar…
Es muy cierto eso que dices, Boris Johnson siempre ha querido ser Winston Churchill, él es su gran héroe y añora esos días del Imperio cuando el Reino Unido tenía gran poder y así fue como el Brexit también tomó fuerza, pero pese a eso, estoy segura que gran parte de este país estaría horrorizada de saber que le estamos vendiendo armas a Chile para que repriman protestas pacíficas en democracia. Además, Boris Johnson es alguien que realmente no se sabe lo que piensa, no se sabe cuáles son sus posturas. La famosa historia de sus editoriales en pro y en contra del Brexit y de cómo esperó el resultado del referéndum para publicarla es una muestra clara de qué tipo de persona es y no sabemos lo que él realmente cree.