Dr. Mario H. Concha Vergara;
Vicepresidente de la ONG Rehabilitación y Esperanza (RYE)
El problema de salud pública que tenemos en Chile por fin está siendo reconocido por la Presidencia de la República. Las ONG’s estamos dispuestos a ampliar nuestra colaboración para ayudar a la erradicación de estas enfermedades solo necesitamos apoyo económico del Estado.
La verdad es que tenemos que felicitar al presidente Sebastián Piñera por su interés en el combate a las adicciones. A su lema «Elige vivir sin drogas» yo le añadiría «el alcohol y las drogas matan a la familia» que es el eslogan de nuestra ONG Rehabilitación y Esperanza; de esa manera el eslogan del combate a las adicciones podría quedar como «Elige vivir sin drogas; el alcohol y las drogas matan a la familia».
Los «expertos» respaldan «expansión del método islandés contra el consumo escolar de drogas» pues ese pequeño país, que por cierto cuenta con valiosas series policiales en Internet que tratan sobre el tema del combate a las drogas pero no así tanto del alcoholismo; he puesto «expertos» entre comillas pues estoy seguro que nunca han visitado una población y ni siquiera las cárceles chilenas para saber la realidad en que viven nuestras familias pobres. Por cierto, en Islandia no existe la pobreza pues solamente por su clima ésta no podría existir.
Islandia es un pequeño país insular nor-europeo con más o menos 350 mil habitantes, cuya superficie también es muy pequeña, 10 mil kms.2; es decir apenas un poco más que nuestra Isla Grande de Chiloé que tiene más o menos 200 mil habitantes pero una población flotante de 450 mil personas que visitan la Isla Grande cada año. Lo más importante de Islandia es que es un país sin pobreza y sin cesantes. Eso, le ha permitido mantener una cultura igualitaria y comprometida con los seres humanos.
Con relación al consumo de alcohol se piensa que un 5% de ellos lo hace, de acuerdo a las estadísticas y, quienes han consumido marihuana, alguna vez en la vida, son el 7% de la población, es decir unas 25 mil personas y solo el 3% de la población consume tabaco diariamente.
Chile de acuerdos a estudios de 2015-2016, se ubica en el tercer lugar del continente con mayor consumo de cocaína y marihuana. Según el reporte, 1,73% de la población chilena entre 15 y 64 años son consumidores frecuentes de cocaína. Es decir más que la población de Islandia. Sólo es superado por Estados Unidos y Uruguay. Por otro lado, según datos de 2014 11,3% de los chilenos de ese rango etario se declararon consumidores de marihuana, cifra en 2019 sin datos oficiales, se cree que ha superado el 30% de la población.
Uno de los estudios sobre la marihuana realizado por más de 40 científicos de varios países, apareció en la revista Journal of Neurosciences (enero 2019). Esta investigación, financiada por la Comunidad Europea, entre otras muchas de las instituciones que contribuyeron, se hizo en 46 adolescentes consumidores de marihuana no en grandes dosis. El estudio concluyó que incluso un consumo bajo producía anomalías en la formación del cerebro y que esto generaría disminución de las habilidades de aprendizaje, presencia de mal humor e indecisión respecto al cómo actuar.(Ciper-Chile-https://ciperchile.cl/2019/03/12/consumo-de-marihuana-y-dano-cerebral-en-escolares-chilenos-el-estudio-cientifico-pionero/) Esto, en cierta manera, explica el aumento de la delincuencia juvenil que es altamente peligrosa en Chile.
Otro importante estudio también publicado por Ciper-Chile, explica por qué con el consumo de marihuana disminuye la capacidad cognitiva, especialmente la atención y memoria: la principal causa de la disminución de la memoria y aprendizaje es la disminución de las fibras de conexión. Nuestro cerebro es una inmensa “red de circuitos”, en donde cada área y su respectiva función están interconectadas. Esto explicaría las confusiones y desmemorias de nuestros congresistas al aprobar leyes cuya mayoría se ha negado a hacerse un test de drogas propuesto por una congresista. Fumar marihuana antes de los 20 años, según ese estudio, conlleva una disminución de hasta un 80 % de las fibras que conectan el precuneus (la zona del cerebro que coordina información que viene de todas partes del cerebro) con el hipocampo, que es la zona involucrada en la formación de nuevos recuerdos, orientación espacial y memoria.
Quienes fuman marihuana entre los 11 y 30 años pierden al menos 10 puntos de coeficiente intelectual (CI). Todo esto se produce por el fenómeno de los cannabinoides, en palabras sencillas, serían sustancias que actúan sobre los receptores endocannabinoides. “Endo” porque son propios de nuestro organismo. Es decir, nuestro cuerpo tiene sus cannabinoides, una suerte de farmacia propia, cuya función es regular el stress y las emociones placenteras.
Cuando nuestro sistema comienza a recibir cannabinoides externos como la marihuana, éste comienza a confundirse y reduce sus propios receptores, lo que conlleva a que el sujeto necesite más de la sustancia para alcanzar el placer. De ahí se desencadena el clásico circuito de la adicción.
El organismo oficial que en Chile tiene que ayudar y regular el problema de las adicciones es el Servicio Nacional Para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) recibe, por Ley más de 30 mil millones de pesos anuales, tanto o más que la Teletón y a la fecha puede mostrar muy pocos avances en la prevención y ataque a las adicciones. Para el presidente Piñera este tema debería ser un tema de Estado; esto lo viene planteando Rehabilitación y Esperanza por años y al parecer es primera vez que nos oyen. Según el SENDA, de acuerdo a una encuesta de escritorio realizada por el organismo en 2017 reveló que uno de cada tres jóvenes entre octavo básico y cuarto medio confesaron haber consumido marihuana, los mismos declararon haber consumido alcohol de los cuales 61% confesó haberse embriagado. Esto lo habíamos planteado hace unos tres años y, lo peor de todo es que la delincuencia nace del negocio de las drogas y del alcoholismo, y la pobreza es otro negocio que no ha podido ser evaluado en su totalidad.
Esto se debe a que no ha existido un cambio cultural en nuestra sociedad y no se sabe que ha hecho el SENDA con tanto dinero a su disposición pues de cada 10 presos 8, al menos son hijos de delincuentes. El problema reside en que SENDA ha sido incapaz (o no ha querido) atacar el problema de las adicciones, enfermedades que deben tratarse en Centros de Salud Pública sin costo para los pacientes.
El Presidente Piñera, según nuestro juicio ha estado muy mal asesorado por el SENDA y planteó la necesidad de que su plan «Elige Vivir sin Drogas» se nutra y base en el «exitoso» plan Planet Youth, desarrollado en la pequeña isla de Islandia.
Nuestros expertos chilenos, quienes casi nunca han pisado una población y de las pocas vistas de lejos lo han hecho acompañados de fuertes contingentes policiales que hace que la gente se esconda y no cuente la verdad en cuanto al número de dependiente de las adicciones ni en cuanto a la calidad de los hogares en los cuales se produce más adicciones y, por otra parte, al parecer también ignoran los hogares de clase alta en donde hay bastante drogadicción y mucho alcoholismo. El SENDA invertirá medio millón de dólares que incluirá un contrato con el Centro Islandés Para Investigación y Análisis Social que llevará a cabo una encuesta de diagnóstico a 120 mil alumnos de segundo medio en unas 40 comunas; en tres años dice el SENDA que invertirá un poco más de un millón de dólares en llevar a cabo estas encuestas.
El problema con SENDA, aparte de pagar las encuestas más caras de Chile, es que no han considerado los cambios culturales, las diferencias culturales entre Islandia (país desarrollado) y Chile, país en etapa de desarrollo. Islandia tiene un PIB per cápita de 55 mil dólares mientras que Chile aún no supera los 31 mil dólares.
Chile e Islandia son países muy diferentes; en Islandia la Educación y la Salud son completamente gratis; a nadie le falta un verdadero techo en donde vivir; el Estado subsidia varias actividades y los islandeses están considerados como los seres más felices de Europa a pesar de su clima y de los pocos habitantes. Ellos han podido bajar los índices de adicciones gracias a la educación y la salud pública pero, a Islandia le tomó 20 años de labor ininterrumpida en la lucha contra estas enfermedades.
Para finalizar, podemos invitar al gobierno a trabajar más unidamente a las ONG que nos dedicamos a la lucha contra las adicciones, organismos que conocemos realmente nuestra cultura de Norte a Sur en un territorio que tiene comunidades de toda índole incluso con lenguas diferentes. Esto no quiere decir que no consideremos algunos de los éxitos islandeses; los valoramos pero, Islandia es Islandia y Chile es Chile…