Juan Carlos Moraga D.
Días antes de la elección de gobernadores un miembro del Chilean Desk del departamento de estado me preguntaba en Washington si, efectivamente, el próximo presidente de Chile sería un comunista. En realidad y a partir de los resultados del plebiscito de octubre de 2020 y las elecciones para constituyentes, alcaldes y gobernadores del 15 y 16 de mayo esa era la sensación a nivel internacional, impresión alentada desde los aparatos de comunicaciones de la izquierda tradicional, especialmente del PC, cuyo candidato y alcalde, con la prepotencia y soberbia de alguien que ya se siente ganador, exigía a quienes no pensaban como el un estatuto de garantías para gobernar, parecido al que el presidente Allende con la DC firmaron en 1970. Pero, una vez más, las aguas retoman su nivel y han sido las propias elecciones de gobernadores en segunda vuelta quienes han puesto en su lugar a los partidos y políticos tradicionales, confirmando, además, que la soberbia en política se paga, y cara, donde no bastan las descalificaciones o ataques personales en contra de quienes no piensan igual, sino los números que arrojan los resultados y estos, claramente, no mienten.
Lo primero es decir que en estas elecciones participo menos del 20% de los electores habilitados, quedando más de 80% en sus casas, negándose a participar, dato que no es menor si consideramos la aplastante victoria del apruebo, donde participa más del 50% de los inscritos. En la “batalla de Santiago”, la candidata Oliva tuvo como portaestandarte a Daniel Jadue, logró el 12 % del padrón electoral que, a su vez, hay que subdividir entre comunistas, frente amplio, Pamela jiles, Revolución democrática, un sector socialista y otros, lo que reduce aún más la votación en particular de los partidos que en esta ocasión la apoyaron.
Si de toda esa cifra suponemos que un 40% por ciento la movilizo el partido comunista, lo que en el frente amplio aseguran que es mucho menor, la votación real de Jadue en estas elecciones fue menor al 4%. Claramente estos números confirman un fracaso de la izquierda tradicional y en especial del PC, pues la movilización popular, objetivo de su quehacer político del que históricamente ha hecho ostentación y gala, ya no es tal. Entonces, no se trata de echarle la culpa de todo a la derecha, que ya se encuentra absolutamente disminuida, sino de enfrentar una realidad y reconocer que en este nuevo escenario no hay nada definido. Las cifras reales y oficiales del Servicio electoral confirman una lenta pero sostenida baja del PC que ya en las elecciones de la CUT había sufrido una estrepitosa derrota, demostrando que la idea oportunista de intentar “apropiarse de la representación de los movimientos sociales y el estallido”, resulto un verdadero tiro por la culata, situación que se repite en la segunda vuelta de los gobernadores, dando espacio y forma a nuevos actores para las elecciones presidenciales de noviembre, quedado claro, entonces, que no hay nada definido y que el candidato Jadue que se consideraba ganador, además de enfrentar a quienes provienen de la centro izquierda (PS-DC-PPD-PR), también deberá hacerlo con quienes han crecido a su propia izquierda, como Artes, o la lista del pueblo que claramente señaló que no hará pactos con partidos tradicionales donde incluye al PC. También un candidato mapuche, Diego Ancalao que cuenta con apoyo de constituyentes para su inscripción, sin contar que es muy posible la inscripción de Pamela Jiles. Para Jadue, y como dirían los hípicos, esta no es carrera corrida, en cuyo trayecto, además, hay cuestiones pendientes que aclarar con sus aliados del frente amplio, como son los temas de DDH, especialmente con el mismo Boric que ha marcado diferencia por Venezuela, o el alcalde electo de Maipú, quien ha declarado que el PC se inspira en el marxismo leninismo y ellos, como frente amplio, en el socialismo democrático, detalle no menor si agregamos que Jadue, públicamente, ha expresado su apoyo a un violador de los derechos humanos, como es el jefe del frente Polisario, cuyos crímenes de lesa humanidad son investigados en tribunales españoles.
Quienes buscan construir en Chile una izquierda diferente a quienes justificaban el socialismo real que en otros tiempos representaba la Unión soviética, apoyada en todo el mundo y en Chile por partidos comunistas obsecuentes a ese poder, claramente conservadores y homofóbicos como los definiera Clotario Blest, tienen ahora la oportunidad de marcar diferencias con ese pasado, pues la lucha por un mundo mejor no solo debe ser limpia, sino también transparente y con nada que ocultar, siendo igual para todos que es, a fin de cuentas, la gran demanda de los movimientos sociales del estallido, donde en la primera línea de sus demandas destaca la justicia e igualdad social, la no discriminación, los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo, buscando construir un país con igualdad de oportunidades donde la salud, las pensiones, la educación, el trabajo y la vivienda son responsabilidad del estado y no un negocio de particulares. Son demandas con las que se identifica a los independientes y movimientos sociales que después de 30 años se vuelven visibles y que ahora les permite tener constituyentes y una alta votación, con lo cual en noviembre y. como ya anunciaron, podrán disputar el poder para cambiar la historia y terminar con un sistema injusto que durante muchos años ha contado con la complicidad de los partidos políticos tradicionales, para dar paso a una sociedad más justa e igualitaria, donde todos sus sectores sociales, políticos, étnicos y minorías discriminadas, se sientan parte y verdaderamente representadas.