Comentario de Televisión. Por: Jorge Tapia Vidal.
Todas las mañanas, en todos los canales de la TV chilena, hay espacios para todos y todas. De casi tres o cuatro horas, se ven rostros de “famosos” o celebridades de la farándula para comentar, entrevistar y opinar sobre la crisis de la pandemia.
Todos ahora parloteando sobre el tema del año: la salud de todos los habitantes del planeta.
Lo que vemos es una patota de personajillos, ayudantes, asesores, maestros de ceremonias y aparecidos juntados para cambiar naderías altisonantes.
La sorpresa es que ahora es el crítico tema de la salud.
La salud en democracia, en la economía, en las relaciones internacionales, la salud y los extraterrestres.
Lo mismo hace y sigue haciendo esta colmena de lumbreras de la conducción-animación- entretención diaria.
Y con cara de expertos, especialistas y master en salud pública explican respecto al aplanamiento de la curva, las segundas residencias, o la fase cuatro.
Y con gestos de interesantes interesados de verdad en las cifras de contagiados, y los cadáveres en otros países sudamericanos impactados pero con caras de inteligentes indignados por las pésimas reacciones de los gobiernos del mundo, posan de intrusos bobalicones sin pudor ni vergüenza.
Y para completar este patético fresco mural de la ignorancia y pretensión alguna, con desgarradores rostros de dolor fingido, se espanta de las cifras, datos, personalidades declarando y perros paseando arrendados por parques elegantes o en los basureros buscando comida.
Hablan, con casi naturalidad y conocimiento fingido de “aplanar la curva”, tal como si tuvieran profundos conocimientos en técnicas de proyecciones cuantitativas. O la trazabilidad, término manoseado hasta el agotamiento por estos “analíticos genios” con ojos entre cerrados a las cámaras que los elevan al nivel superior. Y si entre sus invitados a comentar, arriba alguien de otra casta intelectual más alta, vuelven los gestos y preguntas para preguntar “puede precisar precisamente” tal o cual aspecto. (¡). Hasta los camarógrafos sonríen socarronamente como si fueran a estornudar tapándose la boca en el pliegue de su brazo ante tal consulta. Y para cerrar tan magnífica actuación, la animadora – otrora modelito en comercial de cremas para las arrugas – se explaya en los cuidados paliativos o tratamiento compasivo con un paciente.
Y en efecto resulta curioso constatar que la tasa de crecimiento de la charlatanería sobre salud y conductas morales de la población en cuarentena, crece cada día peor. Junto a los sesudos análisis de los Colegios de todo tipo, incluidos los colegios de linotipistas en papel bond 24, pasan sus correspondientes palmadas en el traste al gobierno en acción.
Se dirá, precisamente, en este chivateo y gesticulaciones interminables en cámara sobre los cuidados de la salud en Chile. Mientras más leyes, reglamentos, ordenanzas, protocolos y normas respecto a las cuarentenas obligatorias, mayor es el número de infractores y desafiantes detractores. “Es nuestra esencia”, opina con cara de genio un chascón casi invisible en el set.
La verborrea sobre la salud de estos personajillos de diferente estofa y ralea, es casi tragicómica. Se cantinflea, con chivas añejas y ordinarias y agregan más palabras o frases de moda: “como”, repetida cien veces por minuto; más-menos, de hecho, para que la gente entienda, nos quede claro y otras majaderas oraciones, dan risa y lástima su uso y desuso recurrente.
Y pueden decir las más groseras estupideces como si hablaran en el Congreso nacional en un pleno de quórum aprobando una importante ley para los más pobres. Sí, pueden, porque tienen salvoconductos para estar en todas las comunas en cuarentena del país demostrando que la ramplonería y desidia galopan abrazadas en lomos de la ignorancia a vista y mucha paciencia de algunas autoridades.
Si realmente interesara detener esta palabrería inocua bajo las luces del set, que avanza igual que el Corona Virus, se hablaría menos y dejarían de pontificar los “rostros de la tele”, que ni siquiera usan mascarilla ni guante en cámaras.
¡NO! Son indemnes, NO contagiables, seres iluminados por la divina del coliseo televisivo para entregar día a día, pan y circo.
Aquí no hay ningún sospechoso misterio. La ética se reduce a una sola norme y consiste en ser considerados y respetuosos con los derechos del prójimo. Y ésa ética, los conductores y animadoras, no la conocen.