Por. Jorge Tapia Vidal – Editor Cultural. www.elsiete.cl
No es extraño hoy ver a un niño, menor de tres años, incluso menos, manipulando un celular y sus juegos. Sus madres reemplazaron el “tete” por un teléfono. Hace años lo hacían los “monitos” de la tv. En la pantalla, ellos identifican fotos de abuelos y amigos; escuchan temas musicales para su edad; reconocen colores y juegos electrónicos; ven en directo a sus padres y familiares. Una nueva generación audiovisual.” Nativos digitales”.
En Chile, hay 27 millones de teléfonos celulares, que son extraordinarias computadoras. Casi, dos o tres por usuario. Millennial, es la generación que antecede a los “nativos” y creció durante el 2.000 y los que comenzaron con la era del Social Media. Un gran grupo de usuarios que utilizan las nuevas tecnologías en su día a día: apps, smartphones, internet, redes sociales… y prefieren compartir experiencias y poseer productos, bienes y servicio.
El término «nativo digital” fue acuñado por el autor estadounidense Marc Prensky en 2011 en un ensayo titulado “La muerte del mando y del control”; en él los describía como aquellas personas que habían crecido con la red y estos jóvenes tienen una habilidad innata del lenguaje y del entorno digital ya que han adoptado la tecnología en primera instancia. Las herramientas tecnológicas ocupan un lugar central en sus vidas y dependen de ellas para todo tipo de cuestiones cotidianas como relacionarse, estudiar, comprar, informarse, divertirse, etc. Es por esto que ya no conocen una era sin conexión constante al mundo. El progreso tecnológico y lo que estos implicaban.
Los nativos digitales enfocan su trabajo, el aprendizaje y los juegos de nuevas maneras: navegan con fluidez; tienen habilidad en el uso del ratón; utilizan reproductores de audio y video digitales a diario; toman fotos digitales que manipulan y envían; y usan, además, sus ordenadores para crear videos, presentaciones multimedia, música, blogs, etc. Absorben rápidamente la información multimedia de imágenes y videos, igual o mejor que si fuera texto; consumen datos simultáneamente de múltiples fuentes; esperan respuestas instantáneas; permanecen comunicados permanentemente y crean también sus propios contenidos. A los nativos digitales les encanta hacer varias cosas al mismo tiempo: son multitarea. Destaca la rapidez en sus acciones y en la toma de decisiones. Quieren resultados inmediatos y si el tema no les interesa pasan de página. Para estos usuarios las opciones son ilimitadas, el tiempo no, por eso se conoce que su tiempo de descarte es de unos 8 segundos.
Psicológicamente, el nativo digital construye sus conceptos de espacio, tiempo, número, causalidad, identidad, memoria y mente a partir, precisamente, de los objetos digitales que le rodean, pertenecientes a un entorno altamente tecnificado. La velocidad con que manejan sus trayectorias, en esta “multi-carretera de la información” porque es frenética y ansiosa. En algún momento, en muchos centros educacionales del país, se intentó eliminar los celulares de las clases. Fue imposible. Y los alumnos se sentían invadidos en su privacidad, su entorno familiar o cercano.
Porque estos alumnos están mucho más predispuestos a utilizar las tecnologías en actividades de estudio y aprendizaje que lo que los centros y procesos educativos tradicionales les pueden ofrecer. Esta situación puede llegar a generar un sentimiento de insatisfacción respecto a las prácticas escolares, creando una distancia cada vez mayor entre alumnos y profesores en relación a la formación educativa tradicional.
Los docentes saben menos de tecnología que sus estudiantes y, en consecuencia, los nativos digitales pueden estar siendo formados en un modo que no es relevante para ellos. Por tanto, la capacitación de los profesores es imprescindible.
Es difícil mantenerlos atentos en una clase tradicional de exposición de contenidos por parte del profesor, ya que tienen la percepción de que ese contenido lo pueden consultar en Internet, intercambiarlo entre ellos, localizarlo en otras fuentes o elaborar mapas y visualizaciones. En definitiva, tienden a participar activamente en la construcción de su propio conocimiento. Lejano quedó el compás o la regla de cálculos, incluso la lapicera o calculadora. Por tanto, es necesario que estas nuevas herramientas estén bien diseñadas y que se dispongan en un entorno lógico, intuitivo y accesible por el alumno. Así lograremos una mayor atención y rendimiento de los nativos digitales en lo referente a información, contenidos y tareas.
Las líneas educativas de futuro pasan por la integración de herramientas que proporcionen recursos fáciles de encontrar, de entender y de utilizar.
¿Y quiénes son los inmigrantes digitales? Cuando nos referimos a nativos digitales, no podemos olvidar de otro concepto muy relacionado y sonado en la actualidad. Los conocidos como inmigrantes digitales son aquellas personas entre 35 a los 55 años que se han visto con la obligación de adaptarse a la tecnología y a una sociedad cada vez más tecnificada. El inmigrante digital ha participado en dos realidades diferentes; la comunicación tradicional y la comunicación “moderna”.
A su vez, los procesos de actuación de los inmigrantes suelen ser reflexivos y, por lo tanto, más lentos, mientras que los nativos digitales son capaces de tomar decisiones de una forma rápida, sin pensarlo mucho, y en ambientes complejos.
Los inmigrantes han sido obligados por circunstancias de trabajo o educación a incorporarse, a veces lentamente, pero se rinden ante las evidencias. Ya no es necesario una biblioteca de escuelas o universidad: todo está en múltiples sitios o páginas educativas. Incluso, para confirmar un dato o estadística, información actual o noticias, se recurre a los sitios.
Todas estas características nos dan una visión de cómo poder relacionarnos con esta generación conocida como Nativos Digitales o Generación Z. Aun así, también hay que tener en cuenta las necesidades específicas de cada uno, más que dividir características de una generación clasificada por años de nacimiento. También es un punto importante la transversalidad de los usuarios del sistema. Diferentes grupos sociales lo integran. Clase baja, media o alta. No hay clasismo en su uso. Y las diferentes formas de comunicarse también: coas, dialectos abreviados, mensajes encriptados, señales en dibujos o lenguajes sectoriales.
Las edades de los usuarios son cada vez más amplias. Entre los 50 y 65 años, muchos han podido aprender a comunicarse entre sus familias, amigos o grupos sociales. Los llamados “whatsap” de amigos es moneda corriente en este grupo etario. Y aumentan los “abuelos” en las redes.
La imagen ha cobrado una importancia casi “testimonial”, aunque a veces es simple frivolidad, curiosidad morbosa o uso malicioso. Ahí está el peligro de su mal uso. Muchos videos subidos a la red o canales públicos de TV, causan asombro, angustia, desprecio, carcajadas o simplemente un odio que crece en espirales insólitas, dañinas y desfiguradas de realidades sociales.
Gracias al uso cotidiano de plataformas, los nativos digitales han desarrollado una capacidad de aprendizaje muy visual, así que no se limitarán a escuelas presenciales, como sí lo hacen los millennials, y apuestan por el aprendizaje online como complemento y como modo de personalizar su formación.
Las velocidades de Internet son asombrosas. Un segundo, solamente un segundo para recibir una foto, video o whatsap, es suficiente. Lo instantáneo es valorado al máximo. Y alumnos en cualquier grado en su formación lo rescatan como valioso y estrictamente necesario. Una nueva generación que nos marca desafíos permanentes y debemos estar atentos.