Por: Manuel Délano, Escuela de Comunicaciones y Periodismo UAI.
Nueve Informes conforman el set desclasificado del periodo, disponible en The National Security Archive. Los menos conocidos, basados en fuentes abiertas y de inteligencia, se refieren al 5 de octubre. El plebiscito del miércoles 5 de octubre, en que los ciudadanos estaban convocados a votar Sí o No a la permanencia del general Augusto Pinochet por otros ocho años en el poder, hasta 1997, fue seguido al milímetro por un poderoso actor, cuya intervención, salvo en una oportunidad en que fue pública, permaneció en las sombras durante años, hasta la desclasificación de documentos de distintas instituciones y agencias en Estados Unidos, durante la administración del presidente Barack Obama, arrojó luces al respecto.
La lectura de estos documentos refleja, curiosamente, que fue la administración republicana del presidente Ronald Reagan -aunque por su conservadurismo y anticomunismo extremo se podría suponer como más cercana al régimen militar- la que tomó acciones que contribuyeron a que Pinochet acatara el resultado de las urnas. El nombramiento de Harry Barnes, un diplomático de carrera, como embajador en Santiago, cuya destinación terminó un mes después del plebiscito, fue una señal clara, que tanto la dictadura como los opositores comprendieron.
Al presentar las cartas credenciales le dijo a Pinochet: “Los males de la democracia se curan con más democracia”. Más tarde asistió al funeral del joven quemado por una patrulla militar, Rodrigo Rojas de Negri. Y el plebiscito lo siguió al detalle.
Con las nuevas políticas, los vientos que venían desde Estados Unidos cambiaron bruscamente de dirección. Después de las intervenciones de agencias de Estados Unidos en las décadas del sesenta y setenta, y las acciones encubiertas primero para impedir que Salvador Allende asumiera tras su triunfo en 1970, y después que llegó a la presidencia, para hacer colapsar económicamente su gobierno, y del posterior apoyo a la dictadura – todo ampliamente documentado en Washington–, al aproximarse el plebiscito de 1988, desde Washington empezaron a pedir garantías a los militares. Al final de su período, Barnes se reunía más frecuentemente con opositores que con autoridades del régimen.
Una semana antes del plebiscito, cuando a Barnes le llegaron informes de que se preparaban acciones en el régimen para desconocer el resultado, informó a Washington. El domingo 2 de octubre, al recibir la información, el secretario de Estado adjunto, John Whitehead, convocó al embajador de Chile en EE.UU., Hernán Felipe Errázuriz, y le expuso su preocupación.
Al día siguiente, la portavoz del Departamento de Estado, Phyllis Oakley, reforzó el mensaje y lo hizo público. Advirtió al gobierno chileno: “Estamos conscientes, por informes, de que el gobierno de Chile planea cancelar el plebiscito o anular sus resultados, y los tomamos en serio. Hemos dicho siempre que es crucial para Chile que el plebiscito sea libre y justo y que refleje la voluntad del pueblo chileno”.
Planes para sabotear el plebiscito
Un día antes del plebiscito, el martes 4 de octubre, un documento desclasificado de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA, por su sigla en inglés), reporta que altos funcionarios del gobierno elaboraron planes para sabotear el plebiscito y anular el proceso si el gobierno percibía que perderá el referéndum. Descarrilarían el proceso al “alentar y escenificar actos de violencia”. Esperan que esto provoque “represalias de la oposición radical y comience un ciclo de motines y disturbios”, lo que haría intervenir a las fuerzas de seguridad “enérgicamente” y declarar estado de emergencia.
En el informe de inteligencia hay áreas borradas del original. Según el texto, los resultados de esta intervención “serían más severos de lo que fueron en 1973, cuando el presidente Allende fue derrocado en un sangriento golpe”.
En el comentario del informe, al final del texto, se plantea que no está claro si los comandantes en jefe de las otras ramas conocen estos planes, pero que sus compromisos personales e institucionales los llevarían a resistir a Pinochet si resuelve implementar esto. Agrega que la mayoría de los oficiales del ejército han expresado confianza en un triunfo del gobierno, y que la reacción adecuada a un triunfo del No, salvo violencia masiva, sería atenerse al marco legal.
Dados estos planes, partidarios cercanos de Pinochet “aparentemente han considerado ignorar las repercusiones negativas de un plebiscito abortado para asegurar su continuidad en el poder (…) y que Pinochet permanezca en el cargo a pesar del costo”.
Pinochet “casi apopléjico”
Un reporte prioritario de la embajada al Departamento de Estado y a 17 embajadas, del 6 de octubre, plantea que “obviamente” el gobierno está sujetando los resultados de la votación y liberándolos lentamente, mientras el Comité por las Elecciones Libres (CEL) y el Comando del No están entregando resultados.
Un informante cuyo nombre aparece borrado en otra desclasificación reporta que Pinochet, el vicecomandante del ejército general Santiago Sinclair, el ministro del Interior Sergio Fernández, el subsecretario del Interior Alberto Cardemil y el ministro Secretario General de Gobierno Orlando Poblete tenían un plan en que el Ministerio del Interior demoraría los resultados de la votación para agitar a la oposición, anunciando los resultados preliminares favorables al Sí. Después llamarían a los votantes del Sí a las calles a celebrar la supuesta victoria. Esto podría desatar una fuerte reacción de la oposición y la necesidad de llamar al ejército a restaurar el orden. La misma fuente declara que este plan fue bloqueado por el comandante Santiago Garrison y el General Jorge Zincke, que se negó a permitir cualquier demostración. Añade el informante que en la reunión de la Junta de Gobierno cuando Pinochet les preguntó qué hacer frente a la victoria del No, “(borrado) le dijo que aceptara los resultados. (Borrado). Pinochet se puso casi apopléjico cuando él oyó esto, acusándolo de tener un juicio pobre, sin darse cuenta de las consecuencias de sus acciones”.
¿Qué detuvo a Pinochet?
En otro informe desclasificado, posterior a la admisión de la derrota por parte del gobierno, se reporta que la votación fue contundente, con sobre el 90% de los inscritos. El canciller (Ricardo García) le dijo al embajador Barnes que las acusaciones de que el plebiscito sería anulado eran “ofensivas”, agrega. Un oficial de la policía secreta chilena transmitió un mensaje similar a un funcionario de la embajada e hizo una amenaza velada de que Barnes podría ser declarado persona non grata.
Un general de la Fuerza Aérea, cercano a Matthei, dijo que las acciones de Estados Unidos al plantear preocupación por los planes de contingencia para revertir el plebiscito ayudaron a evitar la intentona de Pinochet, pero que era posible que pudiera organizar un golpe después del 5 de octubre.
En el comentario del informe se sostiene que la “aparente opción de Pinochet de no implementar planes de contingencia para revocar el plebiscito fue probablemente influenciada por las insinuaciones de la Junta, la publicidad sobre el plan y la preocupación por los costos de actuar en contra de los deseos de gran parte de los militares”.
En un reporte desclasificado del Departamento de Defensa de Estados Unidos, no evaluado por inteligencia según dice el texto, se plantea que a Pinochet “solo lo detuvo el rechazo de los miembros de la Junta”. Sin ese apoyo, agrega, “Pinochet no tuvo otra alternativa que aceptar que el No ganó”.
Un informe de la embajada en Chile al Departamento de Estado da cuenta que un oficial senior de la CNI (Central Nacional de Informaciones), que se reunió con un funcionario de la embajada, le dijo que los militares chilenos aceptarán los resultados del plebiscito pero no permitirán que el gobierno se preste a cambiar los procedimientos constitucionales.
“Primera oportunidad en 18 años de decir quien será presidente”
En un reporte desclasificado del 3 de agosto de 1988, de cinco páginas, la embajada de EE.UU. en Chile informa al Departamento de Estado sobre la “aceleración de preparativos para el plebiscito”. Las juntas electorales están eligiendo los 1.200 lugares de votación, y organizando la reparación y construcción de 20 mil mesas de votación. La DC, agrega, cuenta 27 mil apoderados de mesa en todo el país. Los otros partidos opositores legales (PPD, Partido Humanista, Partido Radical) están formado apoderados. Esta última colectividad solo alcanzó a legalizarse en tres regiones.
El comentario de este reporte, firmado por “Jones”, advierte: “A pesar de un clima preelectoral incierto, marcado por la continua actividad terrorista, estados de excepción y divulgación de dudas sobre el secreto de la papeleta”, muchos chilenos “aparecen mirando hacia adelante, hacia su primera oportunidad en 18 años de tener algo que decir sobre (…) quien será presidente”.
Los 18 años aluden a la elección de Allende en septiembre de 1970.
La promesa de Chile país desarrollado en el año 2000
Otro reporte desclasificado, de 20 páginas y del 12 de agosto, también de la embajada de Estados Unidos en Chile al Departamento de Estado, informa que se aprobó la ley de votación dando tiempo gratuito en la televisión a los opositores. Entretanto, Pinochet “proyecta una imagen cálida a través del contacto personal” en reuniones con pequeños grupos de partidarios.
Plantea que la Conferencia Episcopal hizo un llamado tardío para un “candidato de consenso que una mayoría de chilenos podría apoyar”. La iniciativa, agrega, podría haber tenido impacto “si se hubiera tomado varias semanas antes”.
Los voceros de gobierno han indicado que los estados de excepción se levantarán para el plebiscito. Otro signo de que podría haber mejoría en el ambiente electoral es que, en su cobertura noticiosa, la televisión de gobierno “otorgó una declaración de 44 segundos” al presidente del PDC, Patricio Aylwin. “La oposición normalmente está excluida de dichos problemas”, agrega.
El reporte de la embajada es exhaustivo al resumir actividades diarias de la campaña. Da cuenta que el secretario general del PDC, Gutenberg Martínez, ha tenido dificultades para alquilar oficinas para la campaña y estadios para reuniones “debido al miedo de los propietarios”. También, que Juan Gabriel Valdés planea usar cada “técnica probada” para aprovechar las 27 horas de tiempo de televisión que permite la campaña.
Informa que El Mercurio del domingo 7 de agosto de 1988 se hace eco de una tema central de la campaña de Pinochet. “El artículo proyecta que Chile será un país desarrollado para el año 2000 y pronto coincidirá con el nivel de vida en Australia, Taiwán, Corea del Sur y Singapur”.
Pinochet exuda confianza, añade el reporte. Busca contacto personal con los indecisos. A un grupo de cien mujeres les dijo: “Si yo gobierno, usted gobierna”.
Al referirse a los medios, la embajada informa de un anuncio de la televisión de gobierno en que aparece un hombre joven bien vestido “que se ahoga en el agua lentamente mientras observa la tasa de inflación del 700% en 1973, antes del golpe”.