Por Eda Cleary. 5 de Octubre de 2018.
El Triunfo del NO ha sido analizado en forma “líquida”. Uno de sus co-protagonistas, el ex diputado socialista Escalona en su artículo del 3 de octubre 2018 en El Mostrador, ha puesto en un mismo saco a la derecha neo-liberal y a la “izquierda dogmática” en su “intento de falsificar la historia” dice él, por diferentes razones. La derecha porque quiere hacerse parte del triunfo del NO alegando que ellos impulsaron una “transición pactada” voluntariamente y los dogmáticos de izquierda porque piensan que el Triunfo del NO solo fue una mascarada para prolongar un sistema político autoritario y abusivo en un nuevo envoltorio. Zygmunt Bauman planteó en su libro “La modernidad líquida” que en tiempos de globalización también la política se torna “líquida” pues si se la vierte en cualquier envase, es susceptible a adoptar su forma y asimilarse a los contenidos del contexto. Se trata al fin de evitar la conformación de valores y principios sólidos en política reduciéndola a una suerte de ciencia de la negociación oportuna a la contingencia que cambia de un minuto al otro. Desde este punto de vista la élite de la transición chilena fue exitosa en “transar sin parar”.
Llama la atención, que Escalona habiendo sido un personaje determinante de las políticas de la Concertación, con todo desparpajo lance acusaciones “líquidas” contra todo aquel que fue crítico de la “gesta” de la “Concertación” y los tilde irrisoriamente de “izquierda dogmática”. Es bueno recordar que muchos jóvenes exiliados de la dictadura tomamos distancia del mundo del socialismo real ya hacia mediados de los años setenta, mientras los partidos de la ex UP seguían apoyando a ese fatal bloque político que conculcó las libertades individuales de las personas. Claramente no éramos ni de izquierda tradicional ni dogmáticos.
Escalona se desentiende de las responsabilidades que le competen a él y a su sector al haber provocado, como el mismo comprueba, “la apatía y el desencanto de amplios sectores populares” que, sin duda, van en beneficio de la conservación del poder de la derecha sediciosa y socialmente depredadora. La cuestión fundamental es entender por qué la gente está harta de la política. Luego de 30 años del triunfo del NO, Escalona de pronto se acuerda de las verdades “sólidas” como el carácter golpista, mentiroso y criminal de la derecha chilena que se silenció por décadas en beneficio de la “política de los acuerdos”.
Escalona achaca los “errores” cometidos a “la compleja correlación de fuerzas” derivado del amarre pinochetista cívico-militar. Sin embargo, los que ya pensábamos diferente mucho antes que él, nos preguntábamos desde el primer día de la transición en adelante:¿Qué los llevo a unirse a la derecha para defender a Pinochet detenido en Londres argumentando como Piñera que la justicia chilena era la única que podía dictar sentencias en este sentido? ¿Acaso no sabían que esa justicia chilena había sido uno de los pilares fundamentales para la impunidad del actuar terrorista durante la dictadura?, ¿Qué fuerza los obligó a imponer 50 años de silencio sobre las denuncias de criminales de lesa humanidad hechas por las víctimas en el informe Valech?, ¿Cuáles fueron las razones para detener cualquier investigación sobre el saqueo de las empresas del estado y recuperar esos recursos para todos los chilenos?, ¿Qué razones válidas pueden mencionar para haber insistido en la privatización de todos los recursos naturales de Chile, incluso del litio, ahora fundamental para el desarrollo energético mundial y habérselo regalado al yerno de Pinochet?, ¿Qué justificación pueden ofrecer al haber mantenido intacto el sistema de virtual expropiación de los ahorros de los chilenos por parte de las APF que han condenado a la pobreza a los viejos chilenos?, ¿Cómo pueden explicar el lucro desenfrenado en la educación privatizada por parte de consorcios, dentro de los cuales también habían connotados personajes de la Concertación?. ¿Pueden estas decisiones justificarse “por el contexto” como alegan en materia de derechos humanos los negacionistas del genocidio chileno? Al parecer, estos temas producen cierta incomodidad.
Lo concreto es que luego de la “gesta” del NO, Chile terminó como un país con una de las distribuciones del ingreso más injustas del planeta, una corrupción naturalizada y lo más peligroso con una “liquidez” valórica que permite que ahora la derecha pueda reclamar descaradamente para sí el logro de la democracia en Chile y que el “ejercicio de autodeterminación del pueblo” contra la dictadura en el plebiscisto donde ganó el NO terminara siendo silenciosamente secuestrado por una elite política a la cual perteneció Escalona. El triunfo ideológico de la relativización histórica practicada por el duopolio, se expresa claramente en la reciente “liberación” a los criminales de lesa humanidad y que el parlamento haya apoyado mayoritariamente a los miembros de la Suprema que lo hicieron posible.
Los llamados a la unidad política de Escalona en torno a la democracia, resultan en este contexto cínicos. ¿Por qué la gente habría de salir a la calle para que una élite duopólica se haga con el poder y desista claramente de la participación popular?… Todas las luchas del pueblo chileno, los mineros y campesinos subcontratados, los estudiantes, los indígenas, las mujeres feministas, los trabajadores de la salud y la educación, el movimiento contra las AFP entre muchas otras más, fueron sistemáticamente desprestigiadas y combatidas durante los gobiernos de la Concertación como intentonas de desestabilizar el proceso de la transición a la democracia. Ese fenómeno claramente fue de corte político neo-autoritario.
Es bueno recordar que el triunfo del NO dio base legítima a una promesa socialdemócrata que si se hubiese cumplido, Chile estaría en otro estadio de desarrollo. Pero se optó por el curioso proyecto neoliberal chileno basado en subsidios estatales y la expropiación forzada de los ingresos de las familias chilenas a través de las AFP y los servicios sociales privatizados. Es decir lo público al servicio de lo privado.
El triunfo del NO se celebró con música, asistió incluso el Frente Amplio y un representante de Evópoli. Escalona recuerda con nostalgia la unidad que condujo al triunfo del NO, cuando esa población desengañada ahora de la política, creía en ellos. Resulta dramático comprobar en el largo plazo, que las condiciones culturales para el resurgimiento de la verdadera asonada ultraderechista contra la democracia en Chile hoy, fueron en parte creadas por la sistemática despolitización de los asuntos públicos impulsados por los líderes de la Concertación y luego de la Nueva Mayoría. Afortunadamente nuestro país cuenta con reservas morales en los movimientos sociales, en los intelectuales y periodistas críticos, en el surgimiento de nuevas formaciones partidarias y en cientos de miles de chilenos que aunque desencantados quieren cambiar las cosas para mejor. La cuestión ahora es transformarse en mayoría. Pero eso no sucederá falsificando la historia como lo hace Escalona.
En Chile hay una verdad “sólida” que es el ultraje humanitario y político acontecido durante la dictadura y el acomodo innecesario a lo injustificable de este ultraje en materias económicas y sociales por parte de la Concertación o Nueva Mayoría. Sin reconocer esta verdad, todo lo demás es “líquido”. El triunfo del NO y su programa tiene todavía que hacerse realidad.
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