Autor: Cecilia Yáñez
Según sus biógrafos, el científico y artista fue un auténtico inadaptado, con un perfil muy distante de la época en la que vivió. Su historia y su obra siempre han estado marcadas por un halo de misterio, las que pese a cinco siglos de su muerte, siguen acrecentándose.
Probablemente, no hay área del conocimiento en la que la curiosidad y creatividad de Leonardo da Vinci no se haya involucrado: medicina, ciencias, biología, matemática, ciencia, pintura, escultura, ingeniería, arquitectura, mecánica y un largo etcétera.
A su gran ingenio y curiosidad se suman aspectos de su propia biografía que no hacen más que alimentar el misterio que 500 años después de su muerte sigue creciendo en medio de peleas entre historiadores y científicos que intentan buscar la verdad detrás del maravilloso genio renacentista. El año pasado se lanzó una nueva biografía sobre Da Vinci, un texto escrito por Walter Isaacson, el mismo periodista y escritor que escribió la historia de Benjamin Franklin y Steve Jobs. De acuerdo a una entrevista del autor con la Agencia EFE, el artista e inventor era un “inadaptado auténtico”, lo que se explica a partir de su propia historia: era hijo ilegítimo, homosexual (fue denunciado una vez pero no le pudieron comprobar nada), zurdo (por eso escribía con espejo), vegetariano (durante gran parte de su vida y principal razón por la que usaba capas de tela en color rosado y púrpura) y se distraía con facilidad. Esta última característica, alimentada por su curiosidad extrema, hacía que saltara de un conocimiento a otro intentando comprender todo lo que le rodeaba y no concluir las obras que empezaba.
Por ser hijo ilegítimo de un notario y una joven campesina y huérfana de 15 años, aunque también se ha especulado sobre una mujer esclava de origen oriental, recibió una educación no formal y guiada en gran parte solo por su curiosidad. Fue principalmente autodidacta. Según el profesor británico de Historia del Arte en el Trinity College y la Universidad de Oxford, Martin Kemp, la madre de Da Vinci fue la mujer campesina de nombre Caterina di Meo Lippi quien habría quedado embarazada por Piero da Vinci (el noble notario) cuando este tenía 25 años. El artista habría sido criado por su abuelo Antonio y prueba de ello se encuentra en una declaración de impuesto del hombre en el que señala que vive junto a su nieto de entonces cinco años. La familia Da Vinci, habría entregado a la madre de Leonardo una pequeña dote que le permitió a ella contraer matrimonio con un granjero algunos años después. De acuerdo a lo que se conoce hasta hora, existen más de 30 mil dibujos realizados por él pero menos de 15 pinturas y un mural. La mayoría de sus bosquejos quedan solo en eso: bosquejos.
¿Existe un código secreto?
Leonardo da Vinci siempre traía entre sus ropas, amarrado a su cinturón, un cuaderno en el que iba escribiendo y dibujando sus ideas, reflexiones y apuntes. Uno de esos escritos es conocido como Código Leicester (o Códice Hammer) y es el único documento que fue compilado por él mismo pero que no llegó a ser terminado pero que alcanzó a completar 72 páginas. ¿El tema central? El agua y 730 conclusiones sobre este líquido. Este documento fue rematado en 1994 en una subasta organizada por la casa Christie’s por Bill Gates por un valor cercano a los 31 millones de dólares, con lo que se convirtió en el cuarto dueño de este texto.
Este tipo de documentos, escritos de derecha a izquierda (para no manchar el papel, porque era zurdo), con ayuda de un espejo y siempre con abreviaciones y dibujos, alimentó el mito de que en sus escritos había un código secreto que solo unos pocos conocían. Sin embargo, no hay nada de eso de acuerdo a los investigadores. Sus textos, solo guardan el afán por conocer, describir y entender todo lo que rodeaba al genio.