El teatro Caupolicán era estremecido con gritos de TRAIDOR, MARICON, VENDIDO, LADRON y otros de mayor calibre que eran lanzados contra el hombre que había fundado la CUT: Clotario Blest, quien creó la central sindical, precisamente, para que representara y pudiera unir, en una sola organización, a quienes vivían de su trabajo sin hacer diferencias de colores políticos o creencias religiosas. En en esto chocaba con quienes pensaban que la central debía estar al servicio de “los partidos de la clase obrera”. Desde ese momento Clotario se transformó en enemigo y era la gran piedra en el zapato para los partidos políticos que, encabezados por comunistas, decidieron hacerlo a un lado y expulsarlo, no por discrepancias en el modelo de central que los diferenciaba, sino y de acuerdo a las enseñanzas en alguna “escuela de cuadros”, esto debía ser por razones “morales”, en cuyo contexto se enmarcan los gritos de “traidor, vendido, ladrón y maricón”. Como lo recuerda un documental, después de eso y al igual que Luis Emilio Recabarren, desilusionado de la Rusia “obrera y campesina” de Stalin, don Clota, como le llamaban cariñosamente los trabajadores, pensó en el suicidio. Felizmente no lo llevo a cabo, pero siguió luchando el resto de su vida por un sindicalismo ajeno a los partidos, lo que mantuvo vivo el odio de comunistas y a pesar de ello durante el golpe de estado y mientras quienes lo expulsaron de la CUT arrancaban, el creo en su casa la Agrupación de detenidos desaparecidos y el Comité de defensa de los derechos humanos y sindicales, por lo cual fue propuesto al premio nobel de la paz. De sus detractores ya nadie recuerda el nombre, pero el partido que lo expulsa, sin ningún respeto ni moral, hoy luce en sus actos el retrato de Clotario.
65 años después la historia se repite y es, precisamente, contra quienes se han preocupado de rescatar el legado de Clotario, con cuya imagen nace la Central Autónoma de Trabajadores para levantarse, precisamente, como alternativa a la central político partidista controlada por los comunistas: la CUT. En este marco se inscribe el intento por “tomarse” la central que reivindica a Clotario, casi con los mismos epítetos y descalificaciones que se lanzaron contra el viejo luchador, donde la maniobra no solo atropella estatutos y la ley que regula a las centrales sindicales sino, como señala una demanda presentada en el juzgado de garantía, se han falsificado documentos. Un acta dice que firman 13, otra 15 y así, suma y sigue.
Después que la Dirección del Trabajo emite certificados señalando cual es la directiva oficial, este grupo sigue mandando cartas, incluso a oficinas públicas, firmando con cargos que no le corresponde, claramente un delito de usurpación de funciones; se cambian chapas de llaves de la sede, otro delito porque quien lo hace no tiene la autoridad ni la representación legal para hacerlo. En este escenario entonces es válido preguntarse las razones que motivan a quienes, con torpeza, llevan a cabo estas acciones donde todo apunta a una persona que antes fue marginado de la CUT y que en las 2 últimas elecciones parlamentarias ha sido candidato a diputado, en ambas por 2 partidos distintos y que un mes después de fracasar como candidato y nadie entiende como aparece en el directorio de la CAT donde, vestido de frente amplio, al parecer es el ideólogo de esta maniobra: Ricardo Maldonado Olivares.
Es legítimo preguntarse entonces ¿cómo es que asume como dirigente de una central, si solo un mes antes era candidato a diputado siendo las leyes muy claras a este respecto?, indicativo también de que en alguna parte del camino violo las leyes electorales, ¿o las civiles?, cuestión que también deben resolver los tribunales que acaban de acoger la querella criminal contra el grupo completo que participa en esta maniobra y que serán notificados en sus domicilios.
Consultados los dirigentes de la Cat -los que aparecen en el certificado oficial de directorio- prefieren no hacer comentarios pues “todo está en manos de la justicia”. En la dirección del trabajo la respuesta es parecida: “mientras no haya un pronunciamiento en contrario de tribunales, la directiva de la CAT es la que encabeza don Oscar Olivos”.
Recientemente la directiva oficial acaba de emitir un documento firmado por sus principales dirigentes que señala:
“No es el ánimo, como dirigentes responsables de la CAT, entrar en descalificaciones menores contra quienes han intentado destruir nuestra central, pues de ello se encargara la justicia, ante la cual hemos hecho las presentaciones correspondientes por usurpación de funciones, asociación ilícita, falsificación y otros delitos que, por los antecedentes entregados, ha sido acogida por el juzgado de garantía, de lo cual los imputados/as serán notificados en sus domicilios.”
Y agrega:
“Nuestra institucionalidad, como central y directorio, está a salvo y ello se acredita en los certificados oficiales que cualquier persona puede solicitar en la Dirección del trabajo. Eso está fuera de discusión.
Lo grave es que en lo ocurrido se han cometido delitos y nos esforzaremos para que ello no ensucie la limpia imagen que, a diferencia de otras centrales, tiene la Central Autónoma de Trabajadores de Chile.”
Un parlamentario del frente amplio, además de manifestar sorpresa, expreso molestia porque “son acciones como estas las que ensucian la política y, más aún, cuando se pretende con pequeños “golpecitos” apoderarse de organismos, como las centrales sindicales, que tienen por ley regulado los procedimientos de elección, sobre cuya base la Dirección del Trabajo entrega los certificados de vigencia y directorio”.