Alejandro Velasco S. / Profesor de estado.
Durante los últimos meses del año que ahora termina, el trabajo realizado por Derechos humanos sin fronteras con organizaciones sociales, autoridades de 7 países, embajadas acreditadas en Latinoamérica y los acuerdos firmados con fundaciones y corporaciones similares, además de su presencia en actos y eventos de relevancia, son indicadores de su desarrollo y también de los desafíos que esperan para el año 2025.
En este lapso DHSF ha consolidado su organización en 9 países y presencia en otros 14 en cuyo desarrollo aprende de sus errores y a convivir aceptando legitimas diferencias internas. Simultáneamente DHSF está creando mejores mecanismos de participación para sus integrantes e implementa medidas para el control de sus ingresos con el fin de velar por su prestigio y transparencia, lo que se reflejara en una próxima reforma de sus estatutos, demostrando con ello su vocación democrática y también el respeto por quienes, en determinados casos y escenarios, pueden pensar distinto.
La reactivación de convenios de colaboración con importantes instituciones de los DDHH en 2 continentes, la incorporación de personalidades sociales, políticas, culturales y gremiales de Latinoamérica y el respeto con que es reconocida como institución seria de los DDHH por importantes países de la escena mundial, son indicadores de su relevancia creciente en el mundo de los derechos humanos.
Este avance y crecimiento no es resultado del trabajo de unos pocos, sino del esfuerzo colectivo de hombres y mujeres que en 3 continentes se integran a sus filas donde, sin complejos, se denuncia la violación de los DDHH bajo el régimen que sea. Esto no solo ha dado credibilidad a su trabajo, sino también respeto en lugares donde se han acogido sus observaciones sobre la forma de enfrentar el tema de los DDHH.
Sin duda DHSF hoy vive una etapa que deberá ser enfrentada por una nueva generación de dirigentes que, de acuerdo con lo planteado por Juan Carlos Moraga, que deja su cargo en marzo de 2025, “quienes asuman la conducción de esta fundación deben aprender a convivir con sus diferencias para defender el principal objeto de DHSF, la denuncia del atropello de estos derechos dondequiera sean violados, haciendo de la diversidad, no algo que divide, sino una fortaleza de derechos humanos sin fronteras”.
Con esa actitud y superando legitimas diferencias internas, Derechos Humanos Sin Fronteras hoy es una gran familia, con un programa de TV en Chile, representantes y organizaciones amigas en 4 continentes donde participan hombres y mujeres que, como han dicho en su último boletín, “serán los encargados de defender a los defensores en peligro y llevar su mensaje de justicia y esperanza a quienes más lo necesiten”.