“Ian”: un corto sobre inclusión que nace de la experiencia de una madre con su hijo

Esta tierna historia fue diseñada para “guiar a todos los niños a adquirir herramientas concretas para ser personas solidarias”.

Escrito por: Camila Londoño

Ian es un corto animado inspirado en la vida real de un niño que lleva el mismo nombre del protagonista de la historia. Él tiene una discapacidad, pero sueña con jugar con otros niños y está dispuesto a hacer hasta lo imposible por lograrlo. Pero no es un sueño tan simple. En el parque, algunos de los niños le hacen bullying y cada vez que intenta integrarse con los demás, el viento se lo lleva y lo desintegra. Esto sucede porque en el corto, Ian está hecho de cubos. Las cosas sólo logran resolverse cuando los demás niños unen sus fuerzas para incluir a Ian en su cotidianidad.

Este conmovedor corto nace de la misión de Sheila Graschinsky, la madre de Ian, el niño que inspiró la historia. Su objetivo era educar a los niños que le hacían bullying a su hijo a la hora del juego. En esta misión, descubrió que la necesidad de inclusión iba más allá del parque y el juego. Así que escribió un libro y creó la Fundación Ian con el propósito de cambiar la concepción que tienen miles acerca de la discapacidad. En ese proceso también se conectó con MundoLoco, un estudio de animación digital en América Latina, con quienes dio vida a este increíble corto que ha impactado a muchos alrededor del mundo. El corto, hecho en stop-motion y CGI, ha ganado numerosos premios a nivel internacional y también podría ser nominado a “Mejor cortometraje de animación” en los Premios de la Academia 2019.

El Ian de la vida real es un estudiante de cuarto grado que como muchos otros, quiere jugar con sus amigos. El problema, tal como lo ilustra el corto, es que muchos niños no están preparados para relacionarse con él; Ian tiene parálisis cerebral, utiliza silla de ruedas y un computador a través del cual se comunica con el movimiento de sus ojos. Pese a su discapacidad, él quiere que otros niños sepan que puede jugar si los demás lo integran. “Yo puedo jugar y participar”, dijo en una entrevista. Y esto es justo lo que muestra el corto… que él quiere y necesita ser parte del juego. Pero además, muestra que todos los niños son iguales y eso es lo que necesitan saber ellos para no crear barreras.

De hecho, según cuenta el guionista, el corto fue escrito de una forma simple pero honesta, para que fuera entendida por todos, incluso por los niños más pequeños. Así, el corto es una herramienta pedagógica, no sólo para los padres de los niños, sino para los profesores que trabajan día a día por crear escuelas más inclusivas. Ian ha llamado la atención de muchos y esa atención a nivel internacional es lo que la madre y el guionista buscaban con la historia. “La película es una oportunidad para toda la sociedad … para derribar barreras, muros y liberarnos de los prejuicios”, dijo Graschinsky. La película fue diseñada para “guiar [a todos los niños] a adquirir herramientas concretas para ser personas solidarias”.