Editorial de: www.revista.elsiete.cl
La del domingo fue una jornada histórica. 7,5 millones de ciudadanos –el mayor número de votantes desde el retorno de la democracia– se pronunciaron ante la consulta por una nueva Constitución. El triunfo del Apruebo fue contundente. Un 78,27 % dijo sí a una nueva constitución. Y aunque la victoria era previsible, la enorme diferencia con que se impuso supone una dura derrota para la centroderecha que mayoritariamente se plegó tras el Rechazo (21,7%). Para el oficialismo la amplia diferencia resulta compleja pensando en la elección de los integrantes de la convención constitucional de abril próximo.
Pero lo relevante del plebiscito y sus resultados, además de la gran concurrencia de jóvenes que hasta ayer desconfiaban de las elecciones, es la desconfianza generalizada en la clase política, de izquierda o derecha. El oportunismo de los dirigentes tradicionales por aparecer en una foto “triunfadora”, es muy lejana a la realidad que se vivía en la plaza donde el rechazo a los políticos y sus partidos era evidente. Si la centro izquierda, que oportunistamente lejos de la plaza trataba de mostrar una imagen triunfadora, en las calles miles gritaban EL PUEBLO UNIDO MARCHA SIN PARTIDOS, lo que es indicador de que este triunfo categórico por una nueva constitución está lejos del alcance de los políticos tradicionales que, con su oportunismo tradicional, si no abren reales compuertas de participación para las organizaciones sociales, pueblos originarios, jóvenes, mujeres o independientes, crean condiciones para un nuevo estallido, pero ahora con más rabia y razones que en octubre de 2019 por sentirse engañados.
Como diría un viejo bolchevique: a las condiciones subjetivas, que son las demandas sociales, se suman las condiciones objetivas, que significa abrir la puerta a cambios más de fondo que, en su marea, se puede llevar a toda la clase política, sin hacer diferencias de colores o partidos. Intentar aprovecharse de este triunfo masivo que nace del estallido de octubre es más grave que el simple oportunismo al que nos tienen acostumbrados los partidos porque ahora, con más fuerza y argumentos que antes, una marea verdaderamente revolucionaria que anoche cantaba: YA VAN A VER, YA VAN A VER, LAS BALAS QUE NOS TIRARON VAN A VOLVER puede, definitivamente, barrer con todo el sistema. Al parecer la clase política sigue sin entender lo que realmente ocurre en Chile, siendo tan simple la respuesta como tratar de entender las razones de millones que la noche del domingo celebraban en plaza dignidad y en todo Chile.