Por. Dr. André Grimblatt Hinzpeter.
Poco a poco el mundo va emprendiendo el camino de la recuperación, de regresar paulatinamente a la vida, de visitar a la familia, de abrazar a los amigos, de volver al trabajo, al estudio, al progreso y al crecimiento de las naciones, que buscan, todas, a vivir más y mejor.
Pesa sobre la humanidad el riesgo de rebrotes, que ya han ido surgiendo en cada uno de los países que salió del desconfinamiento, a pesar de que son tenues y que, según los estudios y las estadísticas, no se anuncian tan dramáticos como el primer brote, sino que, más bien, leves. Esperemos que así sea, hasta que se descubra alguna vacuna, de todas las que ya están en periodo de prueba, para poder ser aplicadas desde comienzos del próximo año o, tal vez un poco antes, si los resultados lo permiten.
De manera que los países que ya están saliendo, trabajando, circulando libremente, recuperando poco a poco la vida; pasaron momentos muy duros, de confinamientos estrictos y generales, de muchos contagios y de un terrible número de personas que ya no están, que dejaron familias llorando su partida.
Entre ellos, por citar a algunos, China, a pesar de rebrotes pequeños y controlados, volvió a las calles, volvió al trabajo, volvió a producir, a estudiar, a educar a sus niños, registrando un crecimiento económico cercano al 4% y un retorno a la normalidad marcado por un gran entusiasmo, con ciudadanos que pasaron los difíciles momentos de la pandemia con un claro apoyo de sus autoridades y del Estado, que no dudó en ir en ayuda de cada uno de los numerosos habitantes de ese antiguo y lejano país.
Australia tuvo un manejo de la crisis muy ejemplar y, a pesar de los rebrotes controlados que han surgido, también ha regresado a la vida, al trabajo, a la educación y al reencuentro con las familias. La economía australiana ya ha retomado un vigoroso camino hacia la recuperación, con una clara participación del Estado, que estuvo presente desde el inicio de la catástrofe. Podemos citar muchos otros países como Singapur, Vietnam, Corea del Sur, en Asia, Marruecos en África, que con un claro compromiso del Rey ha logrado dejar la crisis atrás y ha comenzado, poco a poco, con el retorno a la actividad, luego de un serio combate a la pandemia. Por su parte la Unión Europea, un espacio que fue duramente atacado por el virus, un espacio que perdió un número muy importante de ciudadanos y que, a causa de un confinamiento muy estricto, sufrió serias complicaciones en su economía. Con una presencia muy activa de cada uno de los Estados de la Unión y de la alianza misma, en el aporte a los ciudadanos de medios para poder asegurar sus necesidades durante el periodo de cuarentena; Europa comienza a salir y a reactivar su economía con un aporte condicionado de 700 mil millones de euros para reactivar las actividades de las empresas que registraron serias pérdidas durante los meses de cierre y que hoy comienzan, poco a poco, a producir, a recibir público y a levantar nuevamente ese viejo continente que ha conocido tantas desgracias a lo largo de su historia.
En este contexto internacional, en donde una buena parte de la humanidad, comienza a levantarse nuevamente, el continente americano, pareciera estar sometido a una incapacidad que lo ha hecho perder una buena parte de lo que había forjado en sus más de 200 años de vida republicana. El gigante de este Nuevo Mundo, los Estados Unidos de América ha comenzado este melodramático episodio de su historia, anunciando que sólo era una pequeña gripe y que la economía debía mantener su prioridad en la actividad de la nación. El gran vecino del norte se encuentra con una cantidad de defunciones, producto del virus y del abandono de las autoridades federales, que va mucho más allá de lo que se conoció en el resto del mundo y que sobrepasa todo entendimiento.
Junto a este dramático capítulo de la historia de esa gran nación, se suma una recesión económica y financiera como nunca antes había vivido ese país.
Además, hecho nunca visto en la historia de la primera y más antigua democracia de la Tierra, el presidente de esa nación, ante un rotundo fracaso en el manejo de la crisis sanitaria y en el manejo de la crisis económica, donde primó la “iniciativa personal” en lugar de la solidaridad; por primera vez un Presidente de Estados Unidos propone atrasar las elecciones presidenciales, en un Estado en donde nunca se ha cambiado la histórica fecha. Ni durante la guerra de secesión, ni durante la primera guerra mundial, ni durante la pandemia de 1920, ni durante la crisis de 1929, ni durante la segunda guerra mundial. Nunca se ha cambiado el histórico 3 de noviembre. Sin embargo, el actual presidente, frente a su rotundo fracaso generalizado, propone modificar excepcionalmente esta fecha. Nos saltamos las recomendaciones del presidente Trump para combatir el virus, simplemente, por vergüenza ajena.
México ha actuado de manera algo similar. En el comienzo de este terrible periodo, el Presidente López Obrador también declaró que se trataba de un pequeño resfrío y no tomó medidas ni sanitarias, ni económicas, ni sociales. Hoy México llora a sus muertos y se encuentra en medio de una dramática crisis económica. Brasil es un terrible ejemplo.
Junto a las declaraciones, ya conocidas de la pequeña gripe, el Presidente Bolsonaro ha sido la figura maestra de este gran circo cuya carpa se ha extendido a lo largo y a lo ancho de esta América tan grande, tan llena de riquezas y tan llena de gente noble. A tal punto ha llegado el espectáculo que, por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, un presidente elegido por su pueblo, ha sido acusado ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya por genocidio, a causa de su comportamiento arlequinesco durante una crisis que se ha llevado a un injusto número de víctimas. Al igual que en los casos anteriores, Brasil se encuentra en una grave crisis económica y financiera, marcada por una fuerte recesión.
Es con dolor que hablamos de Ecuador, de Bolivia, de Perú; países que ya ni siquiera logran sepultar a las víctimas y en donde el hambre ha doblegado a una buena parte de sus poblaciones.
En Chile, el virus ha provocado un número de víctimas que es muy alto en relación al número de habitantes. Además, las cuarentenas que, con algo de atraso, determinó la autoridad sanitaria; provocaron una situación de miseria y hambre en los sectores más pobres de la población tanto en el campo como en las ciudades y, especialmente, las ciudades grandes.
Frente a esta situación de desamparo, el gobierno chileno ha sido de una histórica indolencia, fomentando ayudas a las que muy pocas personas pueden aplicar a causa de las condiciones, que se ha llegado a denominar “la letra chica”.
En su Cuenta Pública” el Presidente de Chile se presenta claramente satisfecho de lo que ha hecho por la batalla contra la pandemia y para ayudar a una población que ha perdido sus fuentes de ingresos, que ha aumentado considerablemente su endeudamiento y que ha alcanzado una situación de miseria que recuerda situaciones lamentables de hace algo más de 30 años. Es más, para lograr hacer llegar a las personas algo de dinero a los millones de familias de Chile, el Congreso logró una amplia mayoría para imponer al Presidente una ayuda, que lejos de ser la más adecuada, es la única posible, en la medida en que el gobierno del país no ha propuesto nada para ayudar a la gente, salvo abrir ciudades, contra la opinión de todos los científicos, para que retorne la economía y puedan la empresas volver a funcionar. No podemos olvidar que las pequeñas empresas, no lograrán volver a la actividad, dejando sus nichos a la avidez de los grandes.
Llama la atención la autosatisfacción de un Presidente que no admite ni acepta la incapacidad de su equipo para enfrentar crisis como fuera el estallido social, seguido de esta calamidad que el país está sufriendo con mucho dolor.
La satisfacción del Presidente de los chilenos impresiona a cada uno de los auditores de la Cuenta Pública, aunque no es una sorpresa; puesto que se ha constituido en un leitmotiv de cada una de sus intervenciones en público. Es probable que los chilenos, que ya no lo apoyan, según las encuestas, hayan esperado más humildad y más anuncios reales relativos a medidas contra la crisis que no llegaron ni llegarán.
Este circo americano, que ha, entre otras cosas, arrasado con ideas de integración que vieron la luz en los años 60, como el Pacto Andino y el Mercosur, entre otros; ha dejado a cada nación americana sola y, lo que es peor, a cada uno de los habitantes de este nuevo continente en la soledad más absoluta frente a una catástrofe que todos estamos viviendo.