Por: Jorge Tapia Vidal.
Director de Cine y TV.
No es frecuente ver cine de este país, especialmente cuando se atraviesa una crisis mundial. No obstante, hay variadas producciones que asombran y seducen, muchas de ellas a través de las redes sociales, especialmente youtube.
Una industria que sube por el esfuerzo de directores como Kamal o Naijir Neijar, ambos de una trayectoria de éxitos creciente. Este cine elabora historias sencillas, de gente común y situaciones cotidianas, pero intensas y plagada de virtuosismo narrativo y actuaciones descollantes. Las producciones ven la luz con apoyo del estado, y en festivales, especialmente de Marraquech donde Marruecos intenta poner su cine en el mapa mundial y lo está haciendo cada vez mejor.
La cinta “Traitors”, demuestra un cine en mutación constante donde los actores y la historia con diálogos frescos y cotidianos, exentos de truculencias y repetidos clichés – idea, frase o expresión que, debido a que ha sido muy usada o repetida, ha perdido su fuerza o novedad y se ha convertido en un tópico o lugar común- y que se da con frecuencia en el cine mundial. La trama de esta cinta es de una artista que acepta contrabandear un cargamento de drogas para ganar dinero rápido, pero cuando ella conoce a una compañera de viaje, que es una mula de los narcotraficantes, ella jura liberarla de la esclavitud de los criminales.
Chaimae Ben Acha es una joven actriz marroquí nacida el 16 de agosto de 1988. Ha participado en muchas películas y en papeles importantes. Ella interpreta el primer papel (Malika) en EXIT MAROC de Sean Gullette (2013).y además protagonizó la película anterior de Sean Gullette, TRAITORS (2010).
Visualizando no más de cinco cintas marroquíes, es posible advertir el asomo de un nuevo lenguaje audiovisual. Una actriz o actor de esta nueva escuela cinematográfica, en dos cintas diferentes, ofrece una real creación de personaje. Un personaje trabajado con inteligencia y talento, ofrece diversas características propias irrepetibles en otra cinta. Se pueden observar en estos actores y actrices, un trabajo permanente por otorgar a sus personajes individualidad, temperamento, carácter y hasta fisonomía “unicelular”, no repetido en otras cintas. No es lo mismo ver a un actor en diferentes roles, que verlo en diferentes personajes. No basta el vestuario, maquillaje o locación. No basta opulencia de recursos para atraer la atención del espectador. Recurrir a la misma gestualidad repetida hasta el cansancio por “estrellas” occidentales de pasado brillante pero de una actualidad decadente.
Un Al Pacino, Robert de Niro u otro que fue único, ahora es permanente repetición de sus actitudes, miradas, rictus o cadencias de voz. Nada nuevo. Flojera o creatividad agotada. Un actor marroquí crea, con mayúsculas. No improvisa, tampoco juega con su personaje. Lo trabaja, en cada momento de la producción siguiendo las instrucciones de directores que tienen claridad de objetivos dramáticos y narrativos. Es notorio y notable que las escuelas de actuación y de cine de este país hayan dejado de lado las técnicas del cine neoyorkino o europeo.
Los métodos de Stanislavsky – este ruso se preguntó cómo llegar a la verdad o al comportamiento real sin tener que pretender”, para logar una buena actuación- asimilados a comienzos del siglo 19, han ido desapareciendo lentamente y dan paso a otras técnicas novedosas y creativas.
La película “Traidores” cuenta las desventuras de la protagonista que tiene un grupo punk y se enreda en problemas. Ella logra traspasar sus emociones “creadas” para este personaje en forma – lo señalé- “unicelular”. Dadas sus condiciones de actriz podremos verla, próximamente, en otros roles totalmente diferentes y con distintos personaje.
Con veinte producciones anuales, el cine marroquí se levanta con fuerzas, aun cuando hay pocas salas en su ciudad capital. Salto magistral respecto a las cinco cintas que se rodaban en los 90. Múltiples desafíos afrontan para mantener su independencia y libertad, especialmente en términos económicos, pero la calidad de su cine, cuando llegue masivamente a occidente, verá frutos anhelados y legítimos. Una relación decidora es que el cine marroquí es una cinta de cada cien de las estadounidenses. Y una de veinte del cine francés. Y otra desventaja es que los espectadores no se satisfacen con la pantalla grande si tienen a su mano los computadores para ver cientos de miles de producciones.
El director Kamal, de la Provincia de Berkan, Marruecos ha dejado ya su huella en el audiovisual. Durante la XVI Edición del ‘Festival Internacional de Cine y Migración’ de Agadir se mostraron 10 largometrajes y 15 cortos provenientes de más de 20 países distintos y en la muestra, Kamal dirigió una clase magistral referida a ‘La industria cinematográfica en Marruecos’, y el actor y director Abdou El Mesnaoui, así como dos mesas redondas organizadas bajo los temas ‘Migraciones Sur-Sur’ y ‘El derecho a la accesibilidad: ¿entre el discurso y las realidades?’ que fue dirigido por distintos especialistas y artistas.
Caminando se puede avanzar y eso hace el cine de este atractivo país situado en el Magreb, al norte de África, con costas en el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, de una riqueza artística y arquitectónica que sobrecoge a quien lo visita. Es de esperar que se logre realizar en nuestro país un ciclo de cine marroquí con las mejores producciones para conocimiento y regocijo de los amantes del cine de calidad.