Por Rodrigo León.
En 1988, el conocido director de televisión tuvo 48 horas para idear lo que se transformó en el himno del retorno a la democracia: «Chile, la alegría ya viene». A 31 años de ese momento, dice: «Probablemente al triunfo contribuyó la campaña, a la campaña contribuyó la canción. Es todo una gran batalla colectiva, fue una epopeya colectiva en la que participó mucha gente en un momento social e histórico». Tres décadas han transcurrido desde que Jaime de Aguirre, formó parte de la campaña del No en el plebiscito de 1988, y que significó el fin de la dictadura de Augusto Pinochet.
El comando no dudó en contactarlo para la creación de uno de los jingles más famosos en la historia de nuestro país, luego que un año antes lanzara el tema ‘Somos más’, que llamaba a la elecciones libres. Tras recibir la letra escrita por Sergio Bravo, De Aguirre fue el encargado de asociar la música. Trabajo que no duró más de 48 horas.
En esta entrevista desmenuza su participación protagónica en uno de los hitos políticos más relevantes en la historia de Chile.
-¿Cómo surgió la posibilidad de sumarse a la campaña del No?
-Fue un proceso bastante natural porque yo venía trabajando hace mucho tiempo con equipos técnicos, publicistas, creativos y políticos, por cierto, incluso antes de la campaña de las elecciones libres por volver a la democracia. En esa época me dedicaba a la música, a la música comercial. Hacía música para películas, para comerciales y sobre todo muchos jingles. Tenía el equipo contado, el estudio de grabación y una ejercitada creatividad, por lo tanto fue muy natural.
-¿Sintió miedo por involucrarse en una campaña en contra de Augusto Pinochet?
-La verdad es que no tuve tiempo para sentir miedo. Efectivamente tenía muchos nervios, sabíamos cuáles eran los riesgos que se corrían pero miedo, propiamente tal, no sentí.
-¿En qué se basó para la creación del himno “Chile, la alegría ya viene”?
-La inspiración viene de muchas partes. Probablemente no podría determinar si hay una canción. Simplemente tomé la decisión, que fue muy pensada y analizada. Lo que teníamos que hacer aquí era darle un giro a la palabra No, que era una palabra negativa, obviamente. En segundo lugar, teníamos que contribuir a que no hubiera miedo y, tercer lugar, dar unas pinceladas de lo que nos imaginábamos nosotros de un Chile de vuelta en democracia.
Eso hace que haya cierto tipo de música que escoges con más fluidez que otra, luego, el otro concepto que me rondó mucho la cabeza fue tener una música que fuera inclusiva, muy transversal, entonces acudir al pop y no a un género particular muy marcadamente. Por ahí hubo un poquito de inspiración en lo que fueron las barras del fútbol, cuando hicimos esa parte del ‘Chile la alegría ya viene’, una cosa masiva y por ahí fue.
-¿Por qué apelar a esta alegría y no, por ejemplo, a otras temáticas como DD.HH. en la campaña?
-El sentido de toda la campaña del No, toda la justificación del reemplazo de una dictadura por la vuelta a la democracia, estaba muy aceptada y muy conocida que era por temas que estaban relacionados a los derechos humanos, que estaba con la libertad de expresión, con todos aquellos temas que, suponemos, encerraba un poco el concepto de la ‘alegría ya viene’. Salir de la tristeza, salir de la represión, salir de la conculcación de derechos, salir de la muerte, etc. Eso lo va diciendo un poco la letra de la canción, pero era un tono positivo y un tono inclusivo.
-¿Cree que el No habría perdido de no ser por la campaña comunicacional, o el triunfo era seguro?
-Creo que es todo una sola cosa. No hay campaña sin el estado social en el que nos encontrábamos. Probablemente al triunfo contribuyó la campaña, a la campaña contribuyó la canción. Es todo una gran batalla colectiva, fue una epopeya colectiva en la que participó mucha gente en un momento social e histórico en el que Chile estaba para ello.
-¿Hay algo que no hubiera hecho en esa campaña, algún error o algo de lo que se arrepienta?
-No tengo memoria para recordar algo así, estoy tratando de hacerlo, pero algo negativo… no, porque era tal el estado de animo… Puede haber algo, debe haber habido si estas son obras humanas, finalmente. Pero algo que era obviamente negativo no tengo la memoria. Estas obras colectivas en general puede que sean más lentas, puede que no tengan el brillo de otras cosas pero son muy eficientes.
-¿Cree que “la alegría” llegó tras el plebiscito?
-Definitivamente. Para eso es difícil de convencer a quienes no estuvieron en esa época, por ejemplo la gente más joven. Pero, definitivamente, entre el pre 5 de octubre y el post 5 de octubre, hubo un cambio muy fundamental en este país. Por supuesto que la alegría llegó. Ahora, la alegría completa y para siempre, eso no existe. Es una cosa que hay que cultivar, que hay que ir adaptando, que hay que ir desarrollando, en fin. Pero que llegó, no tengo ninguna duda. Esas ironías que a veces se pasa de ‘ah, si, la alegría llegó’, esas cosas que se dicen, me parece que son producto de una reflexión mínima. Esas ironías son producto de otras motivaciones. Creo que un Chile sin Pinochet, sin dictadura, en democracia, con todos sus defectos, es infinitamente más humana y más eficientes desde el punto de vista político y económico que una dictadura.
-¿Cómo ve el escenario político actual a 31 años del No?
-Treinta años después se ha complejizado, las contradicciones han cambiado. Hoy han aparecido temas nuevos como el medio ambiente, la mujer. Hay una infinidad de temas y, por cierto, resolver el tema de la desigualdad. Hay una cantidad grande de temas, para el lado que uno mire está lleno de desafíos. Esos son los temas del 2018, o del siglo XXI. Tendremos que ser imaginativos y creativos socialmente para superarlos.
–Algunos dirigentes políticos plantean que aún seguimos en la transición, ¿usted lo siente así?
-La vida es una transición, entre la nada y quién sabe qué. Estamos siempre en transición, siempre estaremos en transición, visto desde ese punto de vista. Han habido gobiernos de centro, izquierda y derecha, si eso ya no es democracia, no sé qué es. Ahora, que la democracia es imperfecta, es razonable pensarlo y hay que estar permanentemente vigilándola, mejorándola y desarrollándola; pero eso no significa que estemos en transición.
-¿Cómo ve que aún existan líderes y autoridades que respalden el régimen militar?
-Habría que preguntarles a ellos.