Por. Andrés Almeida.
A días de la conmemoración de un nuevo 11 de septiembre -fecha del Golpe Militar de 1973- este periodista e historiador español lanzó su libro: Pinochet, biografía militar y política. Una obra que da cuenta de una larga investigación documental que revela aspectos desconocidos hasta entonces de la trayectoria y la personalidad del dictador, en especial respecto de su vida antes de la traición a Salvador Allende. Una obra clave para comprender quién era realmente este militar de pocos méritos académicos, pero con fuerte don de mando.
Yo soy Pinochet», dijo con rudeza Augusto Pinochet al negarse a sacarse los anteojos oscuros con los que el fotógrafo Chas Gerretsen lo retrató el 18 de septiembre de 1973, pocos días después del Golpe de Estado. La foto de este corresponsal estadounidense de la revista Time dio la vuelta al mundo y se convirtió en un ícono del dictador tercermundista.
Tiempo atrás, cuenta Mario Amorós en Pinochet, biografía militar y política, el joven oficial Pinochet tenía por costumbre usar ese tipo de gafas; con ellas podía ocultar sus reacciones emotivas ante sus interlocutores y así evitar que adivinasen lo que estaba pensando. Un anécdota más de la vida de Pinochet, pero que revela algo fundamental en su personalidad; el solapamiento de su conducta que lo llevó a engañar y luego traicionar al general Carlos Prats, al ministro del Interior, Jaime Tohá y al presidente Salvador Allende. Todos testigos del comportamiento zalamero e insincero de este oficial que buscaba acercárseles para llegar a ser comandante en jefe del Ejército por orden de Allende, y todos víctimas mortales de su reguero criminal como dictador. Así como este episodio, la biografía de Amorós profundiza en hechos de la vida de Pinochet poco conocidos o desconocidos, como lo es por ejemplo su fugaz paso por la masonería en 1941, del que sabemos que tomó parte de una discusión acerca de las ideas del anarquista Piotr Kropotkin, aunque no llegamos a saber qué fue lo que opinó Pinochet en ese entonces.
En un café en el Centro de Santiago, Amorós -periodista e historiador español, también biógrafo de Allende y Pablo Neruda- se encontró con nosotros para sostener una larga conversación que pretende ayudar a dilucidar mejor quién fue Pinochet, con mayores certezas y más allá de los mitos: como aquel que él mismo se preocupó de regar acerca de su feroz anticomunismo anterior al Golpe de Estado y su rol de hombre clave en este.
Una mentira oficial que contó con un fuerte esfuerzo de propaganda que incluye hasta un libro, El día decisivo, mediante lo cual buscó validarse como un inveterado líder anticomunista y general golpista, en circunstancias en que hasta el 9 de septiembre no se había decidido a dar el Golpe y a que durante toda la Unidad Popular demostró adhesión a Allende, incluso públicamente.
– ¿Qué es lo nuevo que trae esta biografía?
– Es la primera biografía histórica sobre Pinochet. Está la de Gonzalo Vial, de hace casi 20 años ya, pero es una biografía sin fuentes de archivo, sin prensa de la época. Es un ensayo personal de Vial sobre el dictador. Aquí hay un esfuerzo grande de presentar la figura de Pinochet a partir de documentación histórica, de muchos archivos, muchísimos libros, para ofrecer una visión global de su trayectoria política militar y personal. Por ejemplo, la investigación cuenta con su hoja de vida. Para la biografía de un militar ese es un documento imprescindible. Es inédito completamente y permite analizar toda su carrera casi año por año, con una gran cantidad de detalles que permiten fijar muchas cosas que se dicen y que siempre la gente repite en conversaciones informales, como su paso por la masonería.
– ¿Era acomplejado Pinochet? La biografía revela que sus superiores le reconocían don de mando y fue ascendiendo sin mayores problemas, pero a la vez tuvo un rendimiento académico mediocre.
– Efectivamente, él toma la carrera militar, porque probablemente no tenía ninguna intención profesional. Es decir, hubiera sido difícil que llegara a la universidad. Pero en el Ejército encaja como un guante, en una institución completamente vertical, disciplinada. Logra ser oficial del Ejército chileno. En la Escuela Militar sus calificaciones fueron aceptables, digamos. No repitió ningún curso, incluso salió con una buena antigüedad. Tampoco es algo brillante, pero no está mal. Y en esa institución verticalista, disciplinada hasta la exageración, él encaja de maravilla. Es decir, tiene que recibir órdenes y dar órdenes, y va cumpliendo tarea tras tarea, año tras año, peldaño tras peldaño. Y logra el año 1949, ingresar a la Academia de Guerra que es el Rubicón para ser oficial del Estado Mayor, si no se habría quedado en capitán. Y lo logra. Le dan el premio al alumno que más se esfuerza en la Academia de Guerra, por tanto, es verdad que fue evaluado por sus superiores como un oficial que cumplía perfectamente las órdenes. Metódico y puntual. Y bueno esa fue su vida hasta el 23 de agosto de 1973, cuando él pasó a ser el comandante en jefe del Ejército y empieza a ser definitivamente quien da todas las órdenes. Respecto a los complejos por su rendimiento académico, claro, Juan Cristóbal Peña explicó muy bien eso de la biblioteca en relación con una persona que fracasó dos o tres años de estudio en La secreta vida literaria de Augusto Pinochet, porque realmente repetir tres cursos en humanidades habla de un chico con cualidades intelectuales limitadas.
– ¿Cuáles son las virtudes intelectuales de Pinochet? Hay dudas respecto de su inteligencia. Se dice que era astuto pero a la vez ignorante. Muy primario en sus ideas.
– Al principio él era muy mediocre. No tenía ningún interés que no fuese la cosa militar. Odiaba la poesía, no le interesaba nada, no hablaba ni de cine tampoco, aunque en la parte de Londres hago mención a las películas que le gustaban. Pero era una persona que solo hablaba en general de la cosa militar. Ese era su mundo, un mundo muy cerrado, donde uno vive en regimientos, donde te trasladan con tu familia. Estas en Concepción y te pueden mandar a Iquique al año siguiente. De ese modo se relaciona socialmente en los círculos militares y de ahí salen sus artículos, bueno, lo digo también en el libro, de una mediocridad asombrosa, cuando no plagio. Pero tiene habilidades que se demostraron, sobre todo, como dictador. Se incorpora a última hora al Golpe y a partir de ahí se descubre un Pinochet desconocido. Un tipo que parte solo como un primus inter pares en la Junta Militar como jefe de la rama más antigua de las Fuerzas Armadas, y que en solo 15 meses logra acumular poder como para construir un régimen autocrático en torno a él.
Él, que no ha sido el jefe de la conspiración, va marginando a quienes le pudieron hacer sombra. Así lo hace con los generales de su generación. Orlando Urbina, Óscar Bonilla, Sergio Arellano quedan fuera de los focos del poder muy pronto y cuando Urbina muere consigue la adhesión incondicional del Ejército, y también -hábilmente- de las diferentes agrupaciones de la derecha, los nacionalistas, la derecha más clásica del Partido Nacional, los gremialistas de Jaime Guzmán. Todos.
– ¿Cómo logra esa lealtad un hombre hasta entonces solitario, sin grandes amigos, alguien que nunca los tuvo o tuvo muy pocos?
– Pensemos lo que es el Golpe. El Golpe es una respuesta de una clase social, la burguesía de este país, los grandes grupos económicos, el gremialismo, la derecha, la dirección de la Democracia Cristiana, a una situación en la que un gobierno democrático construía un modelo socialista el cual obviamente afectaba los intereses de esa burguesía. Esa clase social, el día 12 de septiembre se pliega totalmente. Pasó con las organizaciones patronales, el Partido Nacional se disuelve, Patria y Libertad se disuelve, las grandes empresas de este país apoyaron el golpe. Bueno, porque se ven aliviados. Sergio de Castro dijo en el documental de los Chicago Boys, que sintió una alegría infinita cuando vio el bombardeo a La Moneda y entendió que era el final del gobierno de Salvador Allende. Hay que situarse en ese clima. Ellos creían que Pinochet había salvado a Chile del comunismo. Y así lo creyeron durante años. Por tanto, es ahí que parte esa adhesión incondicional al régimen. Y como el régimen se personificaba en Pinochet, hasta el año 85, hasta el Acuerdo Nacional, no hubo diferencias públicas relevantes en la derecha chilena y en esa clase social que apoyaba la dictadura.
– ¿Pero cómo logra acumular poder personal tan rápido?
– Primero da un golpe de mano en julio del 74, cuando logra que lo nombren Jefe Supremo de la Nación. Y en esto un factor importante es la DINA, como un gran entramado, una agrupación terrorista, de terrorismo de Estado, que solo responde ante Pinochet. Una organización que llega a proceder de manera increíble. Tenía varios miles de agentes, informantes, todo un conglomerado económico, de contrainteligencia, de contrainformación. Algo impresionante. O terrorífico mejor dicho. Y todo eso está al servicio de Pinochet y es parte del proyecto de su consolidación al frente del régimen. Con la DINA logra romper el acuerdo inicial de rotación del poder entre comandantes en jefes porque en Brasil los militares se turnaban, se sucedían. En Argentina pasaba lo mismo. En cambio aquí se construyó un régimen personalista, a pesar de que están inspirados en las ideas de Diego Portales.
– Dado este comportamiento posterior ¿Por qué el general Carlos Prats habrá confiado tanto en Pinochet?
– Tiene que ver sobre todo con su comportamiento durante el gobierno de Allende, Pinochet estaba en Iquique y Prats se lo trae y lo nombra jefe de la guarnición de Santiago en marzo del 71. Ahí le corresponde acompañar al presidente Allende en esa ceremonia del 21 de mayo. Está la foto de la parada militar en que salen ambos. Cuando matan a Edmundo Pérez Zujovic, Pinochet se encarga junto a la PDI de buscar a quienes lo habían asesinado. Y es un alto oficial del Ejército que al final de aquel año lo nombran jefe número dos de la institución. Es decir, Pinochet, durante el gobierno del presidente Allende, hasta el 9 de septiembre de la tarde, cumple de manera impecable sus obligaciones profesionales y las órdenes de Prats, lo que incluye el episodio del Tanquetazo.
Incluso Pinochet hace declaraciones a la prensa, como una muy desconocida de diciembre del 72, donde elogia el viaje de Allende por el mundo. En semana santa, aparece como un general que continúa esa línea constitucionalista de Prats y de René Schneider, frente a dos generales de Ejército que abiertamente se sabe que conspiraban, como lo hacían Bonilla y Arellano.
Por ese actuar era el número dos, y por eso llegó a ser el número uno. Si Allende hubiera optado por Urbina, Pinochet habría pasado a retiro. A Pinochet le quedaban solo como 15 meses de carrera militar.
– ¿Por qué Pinochet llegó a convertirse en el ícono del dictador de la segunda mitad del siglo XX? ¿Tendrá que ver con la traición a Prats, y también al ministro del Interior Jaime Tohá, a quien también simuló una amistad, considerando que ambos terminaron asesinados por Pinochet?
– Recordemos el impacto que tiene el Golpe de Estado en el mundo. Fue una conmoción mundial, porque el mundo veía con esperanza el proyecto de socialismo democrático y revolucionario de Allende y de la Unidad Popular. Las propias características del Golpe, es decir, el bombardeo desde arriba de La Moneda. Una cosa transmitida por televisión. El último mensaje del presidente Allende, que pronto se conoció afuera. La ceremonia de la Junta Militar en la Escuela Militar, que es siniestra. Aquellas palabras, como la del general Gustavo Leigh sobre el «cáncer marxista» o cuando el propio Pinochet dice que se clausura el Congreso Nacional «¡hasta nueva orden!», con tono cuartelero. La famosa foto de las gafas oscuras. Esa foto es el ícono mundial del dictador. Y luego está la crueldad. El impacto que tiene la muerte de Víctor Jara, del presidente Allende, de Pablo Neruda. La llegada de los exiliados a todos los países del mundo. Las denuncias tempranas de las violaciones a los Derechos Humanos, lo que tuvo un efecto mundial, pues el golpe de Estado en Chile fue parte fundamental del proceso de toma de conciencia sobre el valor universal de la declaración de Derechos Humanos. Eso es clave para toda una generación de personas en Europa. En América también fue algo que lo sintieron como un dolor propio. Eso explica la inmensa solidaridad con el exilio chileno, con la lucha por la democracia. Y eso explica que cuando Pinochet, ese ícono de dictador, es detenido en Londres, la humanidad lo festeja.
– ¿Se equivocó Pinochet en crear esa imagen del dictador terrible, brutal y anticomunista?
– El problema es que Pinochet desde las primeras horas del Golpe ya ha asumido que ese Golpe va a ser brutal. No va a ser un simple reemplazo del Presidente de la República, una cierta proscripción de la izquierda y un llamado a elecciones en un plazo razonable, como pensaban algunos sectores. Desde que se produce el bombardeo de La Moneda, con lo que supone ese símbolo republicano en este país y desde los discursos de la Junta Militar, hay un horizonte por el que ellos apuestan. Es decir, va a ser una dictadura que va a cambiar Chile, que va a ser un punto de inflexión histórico en el país. Ellos no tienen un plan claro, ni en materias políticas ni económicas. Para ellos lo primero es derrocar al gobierno de Allende. No diría que hay una cierta improvisación porque rápidamente se crea una condición para preparar una Constitución, a los seis meses hay una declaración de principios y en menos de dos años salta el programa económico de shock en marcha. Pero, la apuesta por una dictadura que reprima a la izquierda de esa manera brutal, está desde el primer momento.
– ¿Pero eran necesarias esa violencia y brutalidad?
– Obviamente no lo eran. Tampoco era necesario el Golpe. El presidente Allende iba a llamar a plebiscito ese día y quiso ofrecer al pueblo chileno una vía de resolución del conflicto político y social que era obvio que existía. El problema es que la oposición en su conjunto apostó por llevar a Chile al borde del abismo. Es decir, el Golpe de Estado no se puede entender sin el modelo de oposición que sufrió Allende. Esa confluencia de la derecha política, de la dirección de la Democracia Cristiana del año 73, de Patria y Libertad, de las huelgas patronales, de los gremios, de la connivencia con el gobierno de Richartd Nixon y Henry Kissinger, llevó al país a una situación de un verdadero abismo. Vale decir, una gran crisis económica, una gran polarización política y social. Y la resolución de eso era, o bien la solución democrática que pensaba ofrecer Allende, o bien el Golpe, pues la oposición no logró la mayoría suficiente en las elecciones de marzo de aquel año para destituir a Allende por la vía constitucional, y a que el acuerdo entre la UP y la DC, ésta última lo rechazó. Una vez producido el Golpe, no hubo marcha atrás. Los oficiales del Ejército que creyeron en un golpe blando, en especial los del norte, que se vieron afectados por la Caravana de la Muerte, fueron marginados. Con esa caravana Pinochet da el mensaje al Ejército de que va a ser una dictadura brutal, porque lo que hacen es masacrar personas indefensas que eran dirigentes políticos, sociales e incluso músicos.
– Sale en el libro: se trató de la ocupación de un Ejército a su propio país.
Exacto, se comportaron como un ejército de ocupación en un país extranjero en medio de una guerra, pero estando en su propio país, declararon la guerra al pueblo de Chile. «Pinochet hizo que el Ejército en Chile se comportase como un ejército de ocupación». Evidentemente la resistencia de la izquierda duró apenas horas. Después lo único que hubo fue el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que fue una reacción frente a la brutalidad de la dictadura, pero no era necesaria esa ocupación.
– ¿Qué razón política había para esa instrucción por parte de Pinochet?
– Esto está abierto a las opiniones, puesto que no hay documentos ni nada de la época que lo justifique, pero recordemos la operación del Plan Z. Es decir, el Golpe habría evitado un golpe de la izquierda en Chile, en el cual además supuestamente se iba a masacrar a un millón de personas, vale decir, se ha salvado al país de la guerra civil. Bueno, pues eso, en el contexto de la doctrina de seguridad nacional y la Guerra Fría, llevó a que no se viera como posible un golpe blando, a lo que debía seguirle una dictadura que apunta a un exterminio de la izquierda. Pensemos también en el Partido Socialista de Allende y en el Partido Comunista. Estamos hablando de partidos de izquierda de masas, con lo mejor de la intelectualidad de este país, con un gran apoyo de profesionales, con la dirección del movimiento obrero. Tal vez, y acá entro en el terreno de la especulación, pensaron que si no había una represión de ese tipo, y el terror entre la población, a lo mejor la dictadura iba a ser más frágil. O podía haber una respuesta de izquierda con el apoyo internacional. Al final la apuesta de Pinochet fue construir un régimen autocrático y personalista, el que a partir de una represión brutal de una izquierda, luego instalaría un proyecto político, ideado por Jaime Guzmán, de una democracia protegida o tutelada, como legado de la dictadura, una vez que los militares volvieran a los cuarteles.
– ¿Le dolió a Pinochet toda la infamia que pesó sobre él en términos internacionales?
– Me he leído las casi 400 actas de las reuniones de la Junta Militar hasta el año 1981, mientras Pinochet forma parte de ella. Son decenas de miles de página que he mirado y hay mucho debate sobre qué hacer en torno a las denuncias internacionales. No daban crédito y les sorprendía la condena que provocaba la dictadura. En su mentalidad, no lo entendían, y la dictadura hizo un gran esfuerzo económico y humano por contrarrestar esto. Ellos pensaban que habían salvado a Chile del comunismo y no entendían cómo países occidentales y capitalistas como Francia, Italia, Alemania Federal o el Reino Unido, condenaban el régimen. Entendían las que procedían de la Unión Soviética y sus aliados, pero no éstas.
– O sea, veían la Guerra Fría en blanco y negro.
– Claro. Por ejemplo, Pinochet se enoja tanto con la condena a su régimen por parte de la ONU del año 77, que llama a una consulta el año 78 para contrarrestarla, siendo que la Junta Militar rechazaba tal consulta. Al final Pinochet no entendía la condena internacional y la despreciaba. Creo que hay un momento en que asume que es parte del paisaje. A partir de finales de los 70 él deja de viajar o viaja muchísimo menos, a partir del viaje frustrado a las Filipinas en 1980. Cuando gana Ronald Reagan en Estados Unidos, ahí tiene un respiro, pero ya en la dictadura hay un momento en que dejan de intentar revertir la crítica internacional.
– ¿Cuál fue la importancia de Estados Unidos en permitir que Pinochet se hiciera de todo ese discurso anticomunista que justificó toda la represión y la brutalidad de la dictadura?
– Estados Unidos obviamente apoya el Golpe, la financiación es fundamental para preparar sus condiciones del Golpe: financiar a El Mercurio, financiar a los camioneros…
– Pero una cosa es el Golpe y otra es la dictadura ¿o no?
– La dictadura, en las primeras semanas, recibe plata de Estados Unidos. Es la CIA la que financia el viaje de dirigentes demócrata cristianos a Europa en octubre-noviembre del 73. Todo eso se conoce por los papeles clasificados. Apoyan a la Junta Militar, dan ayuda económica hasta el año 76, hasta que Gerald Ford pierde las elecciones y gana Jimmy Carter. Hasta ahí hay un apoyo clarísimo, ideológico, económico y militar. Cuando Kissinger viene a Santiago le expresa a Pinochet claramente eso: «ustedes le hicieron un gran favor a occidente derrocando a Allende, usted tiene nuestro apoyo y yo tendré que hablar en público y hacer algunas críticas, porque si no en mi país me van a criticar mucho. Pero que sepa usted que usted es un aliado».
– Parece que la gran espina de Pinochet fue su tema internacional. Está lo de las Filipinas, que fue un bochorno y un riesgo muy grande. Incluso, quizás el momento de mayor riesgo para él no fue interno, sino la posible guerra con Argentina y con Perú. Estaba la enmienda Kennedy. Y finalmente cayó preso en Londres. ¿Nunca logró ver claramente el contexto internacional?
– Y no lo logrará. Es decir, después de muerto, si la humanidad no se acaba dentro de 100 años, cuando se conmemore el primer siglo del golpe de Estado en Chile, sin duda su figura ha quedado y quedará en la historia como lo que hoy piensa la inmensa mayoría de Chile y del planeta. Es decir, uno de los íconos de los dictadores del siglo XX. Y ya no se podrá corregir. «En 100 años la humanidad seguirá recordando a Pinochet como uno de los íconos de los dictadores del siglo XX».
– Eso es muy claro para cualquiera que viaje fuera de Chile. Pero aquí el pinochetismo todavía existe. Incluso esta biografía tiene más sentido ahora porque ha habido un renacer de la extrema derecha chilena, muy pinochetista, aunque no de manera confesa. Además, la derecha delezna de Pinochet, pero no por sus brutalidades o la condena internacional, sino por sus actos de corrupción. Y el libro también lo aborda: la transición convierte a Pinochet en un patriarca, al que lo terminan defendiendo los presidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos, además del canciller y luego ministro del Interior, José Miguel Insulza.
– Pensemos en cómo fue la transición, muy por arriba.
Es verdad que aquí se condenó a cárcel al jefe de la DINA, Manuel Contreras, que fue a Punta Peuco y murió ahí. Eso no pasó en España. Pero, Pinochet siguió de comandante en jefe del Ejército, con un pacto tácito e indiscutible de que era intocable. Pinochet, cuando los pinocheques, cuando todos los escándalos, sacaba a las tropas a la calle y finalmente toda la cuestión judicial se solucionó por la coacción, con el temor de que controlaba el Ejército, que es un ejército exageradamente grande para un país como Chile y absolutamente leal a la figura del ex dictador. Y está ese temor, de que las transiciones no son fáciles. En España también tuvimos una y no fue nada fácil. Hubo muchos más muertos que en Chile en la transición y ese miedo a un nuevo Golpe de Estado. Claro, no es fácil convivir con un dictador que ahora manda el Ejército. Además estaba el modelo económico en su mayor momento de auge, y Chile se presenta como el modelo para América Latina. Y en esa convivencia se produjo eso que Tomás Moulian explica como la transfiguración de Pinochet en una especie de patriarca. Es decir, se reconocen los crímenes de dictadura, está el informe Rettig, pero, la dictadura felizmente sentó las bases del modelo que permite que hoy Chile sea exitoso.
Todo eso se cae con lo de Londres. La derecha y los empresarios de la generación de la dictadura viven un relevo con empresarios más jóvenes, con una mirada más amplia. Lo de Londres sorprende sobre todo por la decisión del gobierno chileno, porque el proceso judicial sale impecable, jurídicamente, y finalmente la justicia británica concede la extradición a España, después de un largo debate jurídico. Y sin embargo, el gobierno de Chile, integrado por miembros también del PS que fue masacrado por la dictadura, decide tomar esa decisión de que hay un problema de soberanía que afecta a Chile con la detención del senador en Londres. España no tiene competencias para juzgar a Pinochet, juzguémoslo en Chile, como decía Ricardo Lagos. Es posible. Y bueno, fue una situación realmente llamativa, que yo reconstruyo aquí por primera vez.
– ¿Por qué toman esa decisión los gobiernos de Frei y de Lagos?
– Bueno, habría que preguntárselo a ellos. Ellos lo han explicado siempre desde ese punto de vista.
– Lo han explicado desde una perspectiva doctrinaria, pero no política ¿Cuál es la explicación política detrás de eso? ¿Le tenían miedo a un nuevo Golpe?
– No creo que a un Golpe de Estado. Pero entendían que eso afectaba gravemente a la transición chilena. Entendían que en ese caminar lento en Chile, todavía existían los senadores vitalicios y el sistema binominal, todavía la Constitución fue reformada sólo en el 2005. Todavía faltaba mucho en Chile, y ese gobierno entendió que un juicio a Pinochet en España sería un motivo de confrontación total en el país y debilitaría el avance hacia una democracia más plena.
«La detención en Londres ayudó a Chile a avanzar en su transición y no al contrario, como lo plantearon Frei y Lagos»
Yo pienso lo contrario. Creo que ayudó muchísimo lo de Londres. Sin eso, no hubiesen avanzado en Chile y la detención ayudó a debilitar la imagen de Pinochet en el país, la que luego con lo del banco Riggs, ya se desploma.
– ¿Qué pasó con el Ejército? En el libro se sugiere eso de que el Ejército moldeó a Pinochet y que después Pinochet moldeó el Ejército. Pero está también la gran traición a Prats, algo que incluso fue tratado de ser borrado a través del homicidio. También aparece después una especie de despinochetización con Juan Emilio Cheyre, de quien luego se supo que igualmente estaba involucrado en temas de violaciones a los derechos humanos.
– Eso no lo he estudiado. Creo que ha existido una reivindicación positiva del general Prats, hay una estación militar que lleva su nombre, así como no hay nada del Ejército que lleve el nombre de Pinochet. De hecho se le quitó su nombre a la biblioteca central del Ejército a la que él había donado miles de libros. También se le quitó su nombre a una medalla de la Escuela Militar, lo cual es muy positivo. Ahora, cómo hoy en la Escuela Militar en clases de historia a esos conscriptos y oficiales se les explica el Golpe y la dictadura de Pinochet no tengo idea, sería muy interesante saberlo.
– ¿Y el pacto de silencio que tanto se ha hablado, en el cual Pinochet habría buscado involucrar a todo el Ejército en crímenes para forzar una defensa corporativa?
– Ese pacto se empezó a romper con la muerte de Pinochet. El fallece en diciembre de 2006 y en enero de 2007 el mocito de Contreras empieza a hablar. Lo encuentra la PDI y da todas aquellas revelaciones tremendas sobre la brigada secreta de la DINA y la represión contra el PC.
– ¿Pinochet fracasó como militar y como político?
– Como militar no, porque llegó a la jefatura del Ejército. Como político tampoco fracasó porque el régimen político y económico que él instauró en Chile en parte sigue vigente hoy.
Él creó esta despolitización atroz de la sociedad chilena y el miedo deja secuelas subterráneas que uno no percibe. El compromiso con Allende llevó a que sectores campesinos o mapuches fueran masacrados y eso deja huella.
Pinochet fracasó como ser humano. Es verdad que como militar fracasó porque traicionó el juramento que hizo como oficial del Ejército de Chile, traicionó la confianza del presidente de la República, traicionó a su antecesor sobre el cargo, traicionó a muchísimos oficiales honestos del Ejército y de las Fuerzas Armadas que fueron perseguidos y encerrados.
Fracasa como ser humano porque será recordado siempre como uno de los arquetipos de la figura del dictador despiadado y cruel. Nunca tuvo un gesto de humanidad con sus víctimas, jamás pidió perdón ni expresó un signo de arrepentimiento. En sus últimos mensajes, el se reafirmó hasta el final que había actuado bien. Creyó sus propias mentiras hasta el fin de sus días.