Francis Ford Coppola y Apocalipsis Now: “No trataba sobre Vietnam. Era Vietnam”

Autor: Rodrigo González.

A mediodía del 19 de mayo de 1979, Coppola enfrentó a la hambrienta prensa del Festival de Cannes, deseosa de devorar los detalles de Apocalipsis ahora (1979), que esa mañana había tenido su estreno mundial. El realizador de El padrino, siguiendo el patrón de comportamiento de su entrañable antihéroe gangsteril, llegó a la conferencia junto a sus tres hijos, a quienes miraba y apuntaba con el dedo tanto como a los periodistas.

Expresivo, cansado y con 50 kilos menos después de un rodaje que se extendió por un año y cuatro meses, Coppola tomó una actitud a la defensiva, disparó contra la cobertura de la prensa en la filmación de Apocalipsis ahora, se enfrascó en una dura discusión con el crítico Rex Reed y, ya harto de explicar de qué trataba la película, dijo memorablemente: “Apocalipsis ahora no es sobre Vietnam. Apocalipsis ahora es Vietnam”. La frase no sólo explicaba que el filme era sobre una guerra. Más bien quería decir que la película había sido una guerra. Al menos una desatada batalla de egos, fuerzas de la naturaleza, accidentes y montajes tras montajes. Es más, cuando se presentó en Cannes llevaba el subtítulo de “work in progress”, advirtiendo que lo que iban a ver podría modificarse en el futuro. La película eventualmente ganó la Palma de Oro (compartida con El tambor de hojalata, de Volker Schlöndorff, hay que decirlo), pero 40 años después aún es una “obra en progreso”: después de haber estrenado Apocalipsis ahora Redux con 50 minutos más en el 2001, Francis Ford Coppola se prepara a exhibir Apocalipsis ahora Final Cut en el Festival de Tribeca, que comienza el 23 de abril. Lo hará en gloria y majestad, entrevistado por Steven Soderbergh y en una versión restaurada en 4K, la mejor definición existente hasta el momento.

Lo afirmó así el viernes a Deadline: “Siento que de la misma manera que la primera versión era muy corta, la Redux era demasiado larga. Ahora he llegado a una versión perfecta, que es la que mostraremos en Tribeca”.

La película será además lanzada en el segundo semestre en Blu-ray 4K, pero Coppola tiene más planes para el 2019: reveló que espera comenzar este año el rodaje de Megalópolis, un proyecto que desea hacer al menos desde el 2001. Es la historia de un arquitecto que reconstruye Nueva York tras una catástrofe, y busca al mismo tiempo levantar una ciudad utópica. Vaya manera de entrar a los 80 años, la edad que hoy cumple el director de El padrino (1972).

De seis semanas a 16 meses

Todo en Apocalipsis ahora es épico y pantagruélico. Su montaje le tomó más de dos años al director y su filmación fue de 16 meses. ¿Cómo es posible que el director que había terminado El padrino antes del tiempo previsto se haya extendido en un año y medio en el rodaje de esta película? Quizás la respuesta haya que encontrarla en el consejo que el cineasta y mentor de Coppola, Roger Corman, le dio al enterarse de que iba a filmar en Filipinas: “No vayas”.

Basada en la novela El corazón de las tinieblas (1899) de Joseph Conrad, la película describe el viaje que emprende en Vietnam el capitán Benjamin Willard (Martin Sheen) en busca del coronel Walter Kurtz (Marlon Brando). En el año 1969 Kurtz ha enloquecido y permanece atrincherado con una tribu local en el corazón de la selva, sin obedecer órdenes de nadie, menos de sus exjefes en el Ejército estadounidense. La misión de Willard es hallar a Kurtz y proceder con “extremo prejuicio”. Es decir, matarlo.

La acción y el período de la novela de Joseph Conrad es el Congo Belga de 1890, mientras que la cinta de Coppola viaja casi un siglo después al sudeste asiático. El guión original de John Milius reemplazó el contexto del imperialismo europeo por el intervencionismo estadounidense, pero el personaje de Kurtz sigue teniendo características similares en la página de Conrad y en la pantalla de Coppola. Sus últimas y legendarias palabras son las mismas en libro y película, un mantra: “¡El horror, el horror!”. En los hechos, el primer y auténtico horror fue el tifón Olga de marzo de 1976, que echó abajo todo el set de la película al norte de Filipinas. Eleanor Coppola, la esposa del realizador, consignó en su libro Notas a Apocalipsis ahora que tras aquel tropiezo Coppola se atrasó seis semanas y debió hipotecar su casa, su auto y los beneficios económicos de El padrino. Para ser honestos, la película ya había tenido problemas en el casting. Nadie quería estar más de un mes en un país tropical como Filipinas: Steve McQueen dio aquella razón para rechazar el rol de Willard y luego Al Pacino dijo lo mismo, aduciendo que ya se había enfermado en Santo Domingo durante el rodaje de El padrino II (1974).

Vinieron muchos descartes más y finalmente Michael Sheen fue el reemplazo de última hora de Harvey Keitel, quien rodó durante dos semanas y no convenció a Coppola. Lo que pasó después es material precioso de cualquier enciclopedia anecdótica del cine: cuando había pasado casi un año de rodaje, Martin Sheen tuvo un ataque al corazón y la producción se cerró por un mes. A esas alturas Marlon Brando ya había cobrado sus tres millones y medio de dólares por estar 15 minutos en pantalla.

Aquellos 15 minutos son magníficos, pero partieron en la nada: Brando llegó al set con la cabeza calva, pesando más de 100 kilos y sin haber leído una sola página de El corazón de las tinieblas, requisito mínimo pedido por Coppola. A la larga lo arreglaron todo de la mejor manera: lo vistieron con una túnica para ocultar el vientre prominente, le filmaron en penumbras y privilegiaron su rostro. Sobre las líneas de diálogo no hubo que preocuparse demasiado: actor de talento único, Brando improvisó algunas de las mejores líneas de su carrera en Apocalipsis ahora. Su mejor frase es cuando Willard se presenta como coronel del ejército americano y Kurtz le responde: “No, no lo eres. Eres sólo el chico de los mandados enviado para cobrar la factura”.

Durante la misma filmación hubo roces entre actores y Dennis Hopper, que interpreta a un fotógrafo de guerra, no pudo acercarse a Brando: el actor de El padrino lo detestaba. Años después Hopper recordaba la filmación: “Pregúntenle a cualquiera que haya estado ahí. Todos sentimos que estábamos en una guerra”. Pero aún más que la guerra, Apocalipsis ahora fue una película hecha en estado de trance y de locura por un director en su mejor momento. Coppola era en ese momento la punta de lanza del Nuevo Cine Americano y contó con 32 millones de dólares para el ropaje: 140 millones en moneda actual, contando la inflación. Confiaron en él y entregó un filme desquiciado y genial, que él mismo calificó de “nietzcheano” en aquella conferencia de prensa de 1979.

Hoy, hablando de Nietzsche, Apocalipsis ahora es el ejemplo perfecto del eterno retorno en el cine. Como Blade Runner, que posee al menos tres montajes, su autor nunca está contento con el resultado final y lo perfecciona al infinito. No deja de ser sintomático que después de esa cinta, Ford Coppola nunca haya vuelto a realizar un filme de tal magnitud. Tal vez lo dio todo, como el mismo Kurtz. En sus propias palabras, lo resumía así en 1979: “Tuvimos acceso a mucho dinero y poco a poco nos fuimos volviendo locos”.