MVOMERO, Tanzania – Bajo el sol abrasador en la aldea Mikese, en el oriental distrito tanzano de Mvomero, Maria Naeku, cuida incansablemente su pequeño huerto. Cada vez que arranca una mala hierba, la tierra roja mancha sus manos mientras guía el hilo de agua desde un laberinto de tuberías hasta un lecho elevado para nutrir sus plantas.
En una zona azotada por la sequía, el pequeño huerto de Naeku es un sustento para su familia, ya que les proporciona alimentos e ingresos.
“Cuando llegó la sequía, nuestro ganado murió y no pudimos conseguir leche para los niños”, dice Naeku, de 31 años. “Sabía que tenía que encontrar una forma de alimentar a mi familia, así que tuve que cultivar verduras”, añade.
La técnica de riego por goteo, en la que una red de tuberías con pequeños orificios arroja agua directamente a la planta en una fracción de segundo, era nueva para ella, pero lo intentó. “No sabía si las pequeñas gotas de agua podían nutrir los cultivos”, dice, «pero cuando vi hojas verdes brotando del suelo, supe que tenía un futuro mejor”.
Naeku se convirtió rápidamente en una experta y su éxito inspiró a otras mujeres de la aldea a seguir su ejemplo. Los masáis, tradicionalmente conocidos por la cría de ganado, un símbolo de riqueza y seguridad, están adoptando más una agricultura climáticamente inteligente para hacer frente a la sequía, ya que las lluvias se han vuelto erráticas debido al cambio climático.
Mujeres como Naeku, que antes dependían por completo de estos rebaños, se han visto obligadas a adoptar técnicas agrícolas innovadoras para sobrevivir.
Destruir el patriarcado
En la cultura masái, los hombres han tenido durante mucho tiempo las riendas del poder, mientras que las mujeres han quedado relegadas a los roles de cuidadoras y amas de casa.
La toma de decisiones, en particular en cuestiones de tierras y ganado, ha sido tradicionalmente dominio exclusivo de los hombres. Sin embargo, las graves sequías han cambiado esta dinámica.
Con la disminución de su ganado y el hambre en sus familias, las mujeres masái han comenzado a asumir roles que antes estaban reservados a los hombres, adoptando la agricultura climáticamente inteligente como un medio alternativo de supervivencia.
“Ya no somos solo cuidadoras de nuestras familias”, dice Nasarian Lengai, de 34 años y madre de cinco hijos que se ha convertido en una defensora local de la agricultura hortícola en Mikese. “Somos tomadoras de decisiones que estamos dando forma al futuro de nuestra comunidad”, explica.
Aunque al principio se mostraba escéptica, Lengai cree firmemente en la horticultura mediante prácticas agrícolas orgánicas. “Cuando oí hablar de estos métodos por primera vez, no pensé que funcionarían para nosotros”, afirma. “Pero después de ver cuánto mejores son mis cultivos ahora, estoy segura de que es el camino correcto”, dice.
Durante siglos, los masái han dependido del ganado para su alimentación: leche, carne e incluso sangre. Pasarse a la agricultura supuso un gran cambio respecto de sus antiguas costumbres.
“Solíamos creer que tener mucho ganado era la única manera de mantener la riqueza y garantizar la seguridad”, dice Esuvat Joseph, quien lidera el grupo de mujeres masái de Tupendane en la aldea de Mikese. “Pero ahora entendemos que debemos hacer frente a la sequía. Hemos aprendido a tener menos ganado y a centrarnos más en la agricultura”, reconoce.
El grupo de Tupendane también ha adoptado técnicas de conservación del agua, construyendo depósitos subterráneos para recoger el agua de lluvia. “Esta agua es muy importante. La utilizamos para el riego cuando los ríos se secan”, explica.
Soluciones climáticamente inteligentes
La adopción de una agricultura climáticamente inteligente por parte de las mujeres masái no es solo una respuesta a las necesidades inmediatas, sino una estrategia para lograr resiliencia a largo plazo.
A través de iniciativas apoyadas por Norwegian Church Aid (una organización asistencia internacional), estas mujeres están aprendiendo a diversificar sus fuentes de ingresos, reduciendo su dependencia del ganado y adoptando prácticas de horticultura sostenible.
“Estamos enseñando a estas mujeres a aprovechar al máximo sus pequeñas parcelas de tierra”, explica Oscar John, director del programa de Norwegian Church Aid. “Al diversificar sus fuentes de ingresos, dependen menos del ganado, que es cada vez más vulnerable a la sequía”, añade.
La agricultura de conservación, un componente clave de esta iniciativa, promueve técnicas agrícolas sostenibles que mejoran la salud del suelo y aumentan el rendimiento de los cultivos sin agotar los recursos naturales.
Para las mujeres de Mvomero, este ha sido un plan divino. Están aprendiendo a plantar cultivos resistentes a la sequía, a rotar sus campos y a utilizar fertilizantes orgánicos, todo lo cual contribuye a mejorar el rendimiento de los cultivos.
A medida que más mujeres adoptan la agricultura climáticamente inteligente, los efectos dominó se están sintiendo en las aldeas vecinas, ya que las mujeres que antes se mostraban escépticas ante estos nuevos métodos ahora están viendo el éxito en Mvomero y están empezando a aprender estas prácticas en sus propias tierras afectadas por la sequía.
Empoderamiento en acción
El cambio de la ganadería a la agricultura ha tenido un enorme impacto en la dinámica social dentro de la comunidad masái. Las mujeres, que antes estaban al margen de los procesos de toma de decisiones, ahora están tomando la iniciativa en la gestión de los recursos de sus familias.
Este nuevo empoderamiento está mejorando su estatus social y económico, al tiempo que desafía las normas patriarcales que han definido su sociedad durante mucho tiempo.
“Siempre nos han hecho creer que los hombres son los que toman las decisiones. Pero ahora estamos demostrando que las mujeres también pueden liderar. Podemos cuidar de nuestras familias y tomar mejores decisiones”, dice Lengai.
Este sentido de empoderamiento es evidente en la forma en que las mujeres de Mvomero abordan su trabajo. Cuidan sus cultivos y construyen un futuro en el que sus voces sean escuchadas y sus contribuciones valoradas. La construcción de sistemas de recolección de agua de lluvia, por ejemplo, es una tarea que estas mujeres han asumido con orgullo.
“No esperamos a que lo hagan nuestros maridos; construimos estos reservorios nosotras. Es nuestra manera de demostrar que podemos cuidar de nosotras mismas”, dice Joseph.
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Los hombres de la comunidad están reconociendo el cambio en los roles de género, y algunos de ellos están empezando a apreciar los beneficios de la toma de decisiones compartida.
Si bien sigue habiendo resistencia, el éxito de estas mujeres está cambiando lentamente las actitudes.
A medida que los beneficios de la agricultura climáticamente inteligente se hacen más evidentes, más hombres se unen a sus esposas en estos esfuerzos, trabajando juntos para asegurar un futuro mejor para sus familias.
Desafíos en el horizonte
La transición de la ganadería a la agricultura no está exenta de dificultades, en particular para una comunidad que durante mucho tiempo ha medido la riqueza por el tamaño de sus rebaños. “Todavía hay quienes se resisten al cambio”, admite Joseph.
“Ven la agricultura como una ocupación menor en comparación con el pastoreo de ganado. Pero a medida que más de nosotros tenemos éxito, la mentalidad está cambiando”, explica.
El camino hacia la aceptación total de estas nuevas prácticas es lento, y las mujeres de Mvomero saben que su éxito es solo el comienzo. Se enfrentan a muchos desafíos por delante, incluido el riesgo de sequía y las fuertes normas culturales que configuran los roles de género en la sociedad masái.
Pero las mujeres son fuertes. Saben que sus esfuerzos no solo tienen como objetivo superar la crisis actual, sino también crear un futuro mejor para sus hijos.
“Estamos plantando las semillas del cambio. Nuestras hijas crecerán sabiendo que pueden ser lo que quieran ser. Verán que las mujeres podemos liderar, que podemos innovar y que podemos resolver cualquier problema”, dice Naeku.
Un modelo para el futuro
El éxito de las mujeres masái en Mvomero está empezando a atraer la atención de otras zonas de Tanzania afectadas por la sequía. Las organizaciones de desarrollo y los organismos gubernamentales están tomando nota del enfoque innovador de la comunidad y están explorando formas de reproducirlo en otras regiones que enfrentan desafíos similares.
“Vemos esto como un modelo que se puede adaptar e implementar en otras partes del país”, dice John. “La clave es empoderar a las comunidades, en particular a las mujeres, para que tomen el control de sus recursos y medios de vida. Cuando se les da a las personas las herramientas y el conocimiento que necesitan, pueden lograr cosas increíbles”, añade.
A medida que las mujeres masái de las comunidades pastoriles avanzan, no solo aseguran su propio futuro, sino que también crean una sociedad más fuerte y justa. Su trayectoria muestra determinación, innovación y empoderamiento: un verdadero ejemplo de la fuerza de las mujeres para superar los desafíos.
En la estepa masái de Tanzania, donde el futuro de las comunidades pastoriles es incierto, estas mujeres están demostrando que, con el apoyo adecuado, incluso las más marginadas pueden superar sus problemas y llevar una vida mejor.
T: MLM / ED: EG