Por. Carlos Álamo C.
Al conmemorarse un nuevo aniversario del 1 de mayo, es interesante ver como quienes dicen representar a los trabajadores han actuado desde que se produce el estallido social el 18 de octubre pasado, hasta la crisis sanitaria conocida como pandemia y que tiene al mundo entero preocupado de sus consecuencias.
Sin duda el estallido, tan masivo como transversal, no solo sorprende al gobierno que en su víspera declaraba que Chile era un “oasis de paz” en el continente, sino también a las cúpulas sindicales y partidistas que cuando sus dirigentes, al igual que algunos parlamentarios, se hicieron presente en las marchas, fueron expulsados violentamente de estas por considerárseles cómplices del sistema que permite las injusticias acumuladas durante 30 años que, a fin de cuentas, son las que motivan y dan origen a las protestas y explican sus demandas.
Sin duda un escenario nuevo en que los partidos, utilizando sus fichas en el mundo social y sindical y con la clara intención de no quedar atrás, crean la mesa de unidad social, que no es otra cosa que un conjunto de timbres y organizaciones en las que más del 70% no tiene existencia real, siendo su fuerte la Anef, los profesores, algunos de las salud, la Cut y confederaciones, a los que se agregan otros que solo tienen un timbre, pero sin ninguna representación real y que, como tal, tampoco se hicieron presentes en las marchas que sacuden al país durante 5 meses, donde nunca se vio a la presidenta de la Cut pero, y a pesar de ello, le otorgan un premio internacional, con respaldo en dólares “por su liderazgo en las movilizaciones sociales”.
Pero esta nota no es para descalificar a nadie sino para destacar en este primero de mayo a quienes han hecho reales esfuerzos por estar a la altura de las circunstancias en este escenario creado por las movilizaciones sociales y el coronas virus.
En el estallido social es positivo que en este se vean solo banderas chilenas y mapuche, ninguna de partidos políticos, en cuyo desarrollo el apoyo al gobierno descendió al 6%, lo que, en cualquier país del mundo, significaría la renuncia inmediata del presidente. El parlamento con el 3% y un rechazo superior al 85% también debieron irse para la casa, pero tampoco ocurre sino que, al contrario, entre los del 3% y los del 6% se ponen de acuerdo para agendar medidas y utilizar la crisis sanitaria en su beneficio y así seguir sobreviviendo.
Entre los actores sociales y gremiales hay distintas miradas y actitudes para este fenómeno y así, mientras en las más importantes organizaciones sindicales se observan actitudes tibias, por no decir cómplices, destaca la firme actitud del colegio médico cuya presidenta, incluso, ha sido amenazada de muerte; el colegio de profesores y la Anef que, como representantes de los trabajadores del sector público, debió salir en defensa de sus representados cuando se intentó obligar a estos, en medio de la crisis sanitaria, a volver en forma presencial a sus trabajos. Por otra parte el frente unitario de trabajadores, con pandemia y todo, hizo presentaciones legales en contra de la seremi del trabajo por avalar despidos ilegales. En cuanto a centrales sindicales, es justo destacar los mensajes y declaraciones de la central Autónoma de Trabajadores donde, claramente y enfrentando a las autoridades del trabajo y del gobierno ha señalado:
“Los últimos anuncios e iniciativas legislativas en materias laborales que ha hecho el Ministerio del Trabajo, amparado en el Decreto Supremo N° 104, del Ministerio del Interior y Seguridad Publica, donde se decreta estado de excepción constitucional de catástrofe, por calamidad pública, por 90 días, desde el 18 de marzo, prorrogable, buscan suspender las negociaciones colectivas vigentes, impedir a los sindicatos que no tienen instrumento colectivo iniciar una negociación y además prorrogar las negociaciones colectivas vigentes, no se sabe en qué condiciones, estas iniciativas vulneran los derechos de los trabajadores y trabajadoras, con estas medidas quieren que los trabajadores paguemos la crisis sanitaria, que ya se ha transformado también en económica y política”. Y concluye: “Al respecto hacemos presente que tal propuesta de Proyecto de ley es MANIFIESTAMENTE INCONSTITUCIONAL, por cuanto excede ampliamente el marco constitucional y legal que rige el Estado de Catástrofe, por lo cual la suspensión, prórroga o imposibilidad de las negociaciones colectivas, no puede quedar indexada o sujeta a la declaración o renovación del estado de catástrofe, atendido que la Constitución en sus artículos N° 39 y N° 41, NO le concede estas atribuciones al Presidente de la República”.
Claramente la Cat, al retomar el camino de sus fundadores y situarse al lado de los trabajadores no solo gana espacios y legitimidad en el mundo social que hoy la mira con respeto, sino que asume en plenitud el legado histórico de Clotario Blest que, durante toda su vida, trabajó por un sindicalismo independiente de partidos políticos, gobiernos y empresarios, algo< que otras centrales no pueden decir. Sin duda, algo rescatable en este primero de mayo en pandemia que llama a la reflexión y observar con cuidado quienes están o han estado junto a los trabajadores y quienes no. Los mártires de Chicago fueron ejecutados por defender estos derechos. Recabarren y Clotario Blest dedicaron su vida a ello y no es menor que, junto a las banderas chilenas y mapuche del estallido, durante 5 meses se viera en primera línea la imagen de estos 2 sindicalistas.