Por Paloma González.
Yalitza Aparicio tomó a Hollywood por sorpresa con su increíblemente humana y cautivadora interpretación de Cleo en la obra maestra de Alfonso Cuarón, Roma, pero no todos están celebrando su éxito. Al parecer, a un grupo de «actrices mexicanas», les duele ver que una mujer indígena y sin experiencia les “robe” su oportunidad de conseguir premios, o eso es lo que dijo Rossana Barro en Twitter.
Aparicio no tenía experiencia previa como actriz, creció en una zona marginada de Oaxaca y no tenía idea de quién era Cuarón hasta antes de su audición (y confesó que no lo reconocía físicamente porque en sus fotos se veía muy diferente). Ella se convirtió en la primera mujer indígena en ser nominada a un Oscar por «Mejor Actriz» gracias a su trabajo en Roma, pero mientras el resto del mundo la celebra, y la llaman una revelación, en su propio país el odio, la envidia y el racismo toman el lugar de los elogios, los cumplidos y la celebración.
Cualquiera pensaría que, como mexicanos, deberíamos sentirnos orgullosos de ver a una mujer que representa nuestros orígenes, raíces y tradiciones, siendo celebrada en el escenario internacional, caminando entre grandes leyendas del cine y conviviendo con veteranos que han ayudado a construir la industria como la conocemos hoy (y hasta saludando al príncipe William), pero no siempre es así. A ella la ha tocado experimentar en carne propia el lado más desagradable de los mexicanos.
Rossana Barro escribió en Twitter que, recientemente se enteró de la existencia de un grupo de actrices mexicanas que se están organizando para pedirle a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas que Yalitza no sea considerada en la terna de «Mejor Actriz» en los premios Ariel, que es el equivalente al máximo reconocimiento del cine en México. Barro llama a esta “iniciativa” lo más patético, mediocre y vil que ha escuchado, y estamos completamente de acuerdo con ella. Aunque no es probable que la Academia ceda ante esta petición por parte de actrices que ven el éxito de otros como un obstáculo para sus propias carreras, y no como una plataforma para abrir las puertas a más mexicanos al Oscar y al mundo.
El trabajo de Yalitza Aparicio es excepcional por donde lo veas, en especial porque, sin experiencia, logró hacernos llorar, reír y creer que lo que estábamos viendo estaba sucediendo realmente. Nos recordó a las miles de mujeres que trabajan en nuestras casas, que lo dejan todo para poder ayudar a sus familias y conseguir una vida digna. Y su aportación al cine va más allá de una actuación. Es una crítica social. Una verdad que incomoda, pero que debía ser revelada, y el resto del mundo la ha sabido reconocer como tal.
Barro no revela los nombres de las actrices involucradas en este grupo. Tal vez para protegerlas de su propio egoísmo. Pero no necesitamos escucharlos para darnos cuenta de que, a veces, lo que más le duele a un mexicano, es ver a otro mexicano, que considera inferior, logrando cosas que nadie hubiera imaginado.