Dr. André Grimblatt H.
A fines de los años 80 los países conocidos con el apelativo “detrás de la cortina de hierro”, ingresaron en una crisis tanto económica como social y política que los llevó a modificar las reglas del manejo de la economía, hasta ese momento, fundamentalmente construidas según las normas que indican que el Estado es propietario de todos los medios de producción y único encargado de invertir en la economía nacional, según planes quinquenales.
De tal manera, se consideró que la economía 100% estatal; que habían construido desde 1917 y luego del 8 de mayo de 1945, que llevó al Tratado de Yalta y a la constitución de ese bloque llamado Pacto de Varsovia; no respondía a las aspiraciones de las personas ni a las aspiraciones de la economía, cuyo crecimiento es motor de progreso y de bienestar de la población. Lo mismo ocurrió en China algunos años después tras la toma del poder por Mao-Tze-Tung.
Por su parte, occidente fundamentalmente colonizado por Estados Unidos y Europa desarrolló, no de la misma manera en cada país o zona, el neoliberalismo; con resultados que son tema de debate y que, en estos momentos de crisis sanitaria internacional no parece ser tan exitoso como se había pensado durante los últimos treinta años.
Queda claro que los países que han desarrollado el sistema neoliberal han obtenido un crecimiento económico que ha permitido un claro e innegable progreso social. Sin embargo, se trata de un sistema que ha dejado en evidencia, como corolario su carácter segregacionista al condenar a un alto porcentaje de las sociedades de cada país a una miseria intensa y a una carencia total de oportunidades tanto para los individuos de esos sectores como para sus descendientes, lo que se hace flagrante en estos momentos de crisis.
A su vez, los países que han desarrollado un sistema comunista, si bien es cierto que han logrado también un alto crecimiento económico y un sistema social que brinda mayores oportunidades, sin considerar que, en los tiempos actuales demostraron tener los mejores sistemas de salud pública en el mundo; se encuentran sometidos en sistemas en donde las libertades y derechos humanos dejan aún mucho que dejar.
La glasnot de finales de los años 80 demostró en los países que la llevaron a cabo en el mundo de los países comunistas que representan alrededor de un tercio de la humanidad que la noción del “todo Estado” tiene serias falencias y resultados que no beneficiaron a la población de esos países como se había esperado.
Es así que naciones como Rusia, ex Unión Soviética, China, Cuba y Vietnam, entre otras, abrieron su economía aceptando un porcentaje no sin importancia al emprendimiento privado, creando así un área privada de la economía junto a un área mixta, que favorece la inversión internacional y finalmente, un área pública que dejó de ser la única área de la economía.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, Europa ingresó como país precursor de esta nueva tendencia del cambio de milenio. En efecto, la Unión Europea, a pesar de identificarse militarmente, por medio de la OTAN, con el mundo liberal, desarrolló sistemas mixtos de economía en los que el Estado es accionista de las grandes empresas y de las empresas vitales para el desarrollo de las naciones, como son el transporte, la fabricación de armamentos, de medicamentos y los servicios básicos, entre otros y agente protagonista en el sistema social, principalmente la salud y la previsión.
Otros países han optado por sistemas en donde prima el mercado, en donde los bienes, productos y servicios son provistos por la empresa privada, incluso servicios esenciales como el agua, la electricidad, el gas, la salud y la educación, entre otros; con un mínimo control del Estado.
Así, como a fines de los 80 fracasó el sistema en donde todos los bienes de producción estaban en manos del Estado y debieron abrirse y crear un área privada que produjo un rápido crecimiento económico; hoy la pandemia nos muestra el fracaso del sistema en donde todos los bienes de producción están en manos del sector privado, dejando a vastos humanos con serias deficiencias para tener acceso a atención sanitaria contra el Covid-19 y, lo que es aún peor, carentes de medios para poder alimentarse durante los meses que dura y que durará la crisis.
Esta realidad que vivimos hoy, nos muestra y nos hace reflexionar en el sentido de que el mundo necesita más que nunca una segunda glasnot, en occidente, en la cual el control del Estado al mercado se intensifique y que el Estado pueda ingresar también en ese mercado como un ente que no sólo compita con el sector privado sino que sea un complemento para que los sectores menos favorecidos de cada sociedad puedan también tener acceso, en un primer tiempo a los productos de primera necesidad y también a productos suntuarios a los que todo ser humano aspira. De manera que entre ambos extremos que han, finalmente, fracasado es necesario que el mundo avance hacia un sistema centrado en donde lo mejor de cada modelo pueda ser aplicado. Ni todo Estado, ni todo Privado. El lanzamiento de la nave espacial Crew Dragon muestra cuan lejos puede llegar la humanidad cuando la alianza del sector público y del sector privado se realiza con miras al bien de todos.