Mascaras, instrumentos musicales, banderas chilenas y mapuches se mezclaron en la Plaza Italia de Santiago, en un viernes más de manifestaciones que dan vida a una revuelta social que superó los tres meses y sigue latiendo en las calles de Chile que en esta ocasión tuvo la presencia del juez Garzón.
«Gracias valiente juventud», rezaba uno de los cientos de carteles portados por miles de manifestantes que reprochan al gobierno de Sebastián Piñera violaciones a los derechos humanos perpetradas por las fuerzas de seguridad y una agenda social, lanzada por el mandatario derechista en medio de la crisis, que ha sido considerada pobre e insuficiente por la mayoría.
Ni el envío desde el gobierno de un proyecto de ley que aumenta la cotización de 10% a 16% dispuesta a pensiones, sumando el aporte hasta ahora inexistente de los empleadores, ni el acuerdo político para votar en abril si se cambia o no la Constitución vigente y heredada de la dictadura han sido suficientes para aplacar la crisis.
Mientras en la Plaza Italia, renombrada por los manifestantes Plaza de la Dignidad, la música y los cantos contra el gobierno se confundían con las sirenas de la policía y gases lacrimógenos lanzados por carabineros, en las redes sociales se libraba una batalla virtual entre mensajes mayoritarios de aprobación a las protestas y otros de apoyo al gobierno. Pasados los tres meses de protestas -que iniciaron en octubre con manifestaciones estudiantiles- la crisis se salda con 29 muertes y miles de heridos, más de 400 con lesiones oculares graves que en su mayoría se deben al uso de perdigones y gases lacrimógenos utilizados por la Policía para reprimir las protestas. Este viernes, un oficial de Carabineros se convirtió en el primer policía acusado por la Fiscalía chilena de provocar daño ocular a un manifestante.
En su mayoría pacíficas, las protestas también han provocado violentos incidentes, incendios y enfrentamientos descarnados entre los Carabineros y una ‘primera línea’ de manifestantes que con escudos, piedras y palos dan pelea y resisten al desalojo.
Piñera, un magnate que transita su segundo mandato, sufre la peor evaluación de un presidente chileno desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) con apenas 6% de aprobación, según una encuesta reciente del Centro de Estudios Públicos (CEP). Este viernes, «Piñera asesino», fue una consigna que se replicó en cánticos y en una bandera colocada en el centro de la plaza.
Los manifestantes reclaman reformar la Constitución y cambios a un modelo económico chileno que se jacta de su éxito, siendo el país de la región con mayor ingreso per cápita con más de 20.000 dólares, pero que mantiene altos índices de desigualdad entre la población.