¿CHILE EN GUERRA?

Dr. Mario H. Concha Vergara. Fundación Olof Palme.

Chile, considerado como el país más próspero y tranquilo de Latinoamérica ha estallado en contra de un sistema desigual, injusto y corrupto el cual durante 30 años de democracia ha sido víctima de la colusión política que va desde comunistas hasta derechistas.

Como sucede siempre con las protestas sociales justas, no faltaron quienes se aprovecharon de ellas para sacar beneficios políticos. Durante los saqueos y disturbios en Chile que comenzaron por la protesta estudiantil contra las alzas de las tarifas del metro de Santiago, que si bien no les afectaba a ellos directamente si a sus padres y familiares que debían pagar hasta, más del 25% de sus salario en transporte; lo que se juntó con el malestar por los bajos sueldos y salarios, por la mala calidad del transporte, por la pésima atención de la salud pública (se mueren personas en la lista de espera para ser intervenidas quirúrgicamente), por la carísima educación pública y privada,  por la colusión de las empresas alimenticias, por la colusión de las farmacias, de las papeleras, por el alza de la gasolina, etcétera, cuestiones que afectan el patrimonio familiar dejando a más del 70% de las familias chilenas altamente endeudadas.

Hace pocos días el presidente Sebastián Piñera sr jactaba de que Chile era un Oasis de paz, tranquilidad y prosperidad en América Latina; parece que lo traicionó su egocentrismo al no escuchar las demandas del pueblo. El pueblo chileno ha venido sufriendo estoicamente durante más de 30 años las políticas tanto de derechas como de izquierdas en contra de sus calidades de vida. Los congresistas chilenos (se hacen llamar “parlamentarios”) son los mejores pagados del mundo, con unos salarios de  21.500 dólares mensuales y, aparte de eso, tiene otras prebendas que no las tiene el habitante común de Chile.

Las protestas estudiantiles que comenzaron pacíficamente, solamente evadiendo el pago de las tarifas del Metro, fueron reprimidas violentamente por el Gobierno. Ante esto se fue sumando la sociedad civil y el Gobierno quiso apagar el fuego con gasolina sacando a los militares a la calle. La población civil se fue sumando a las protestas con cacerolazos y otras manifestaciones las cuales fueron aprovechadas, como en todas partes, por el lumpen que saqueó al Metro, supermercados, incendió autobuses, etcétera.

Los chilenos aún no olvidan la dictadura militar y los militares no son queridos por la población. Además, los muchos están siendo investigados por la Contraloría por desfalcos que suman centenares de millones de dólares; lo mismo sucede con Carabineros de Chile. La gente de la calle dice ¿cómo pueden estar contra los saqueos cuando ellos han saqueado las arcas nacionales hasta el cansancio? Claro esto no justifica esos desmanes, pero también demuestra el hartazgo de la población.

Derechos Humanos Sin Fronteras, (DHSF), es un organismo ad-hoc con sede en Buenos Aires que se ha referido a los graves sucesos ocurridos en Chile durante al menos tres días, haciendo ver que “estos se originan en un alza del metro para ampliarse posteriormente a otras demandas sociales como pensiones, gastos de electricidad, alimentos, educación  salud y otras”. Por otra parte, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet exhortó al gobierno de Sebastián Piñera a trabajar con todos los sectores que ayuden a calmar la situación que enfrenta el país. Bachelet, hay que recordar, como Presidenta de Chile, fue culpable de la situación que sufren los chilenos, la cual es una sumatoria de errores políticos. Hasta el día de hoy la clase política no escucha; no hay un cambio de actitud. La clase media como los pobladores más pobres se sienten agobiados y el gobierno, los poderes públicos, hacen oídos sordos.

Derechos Humanos Sin Fronteras, (DHSF) representado en Chile por Juan Carlos Moraga, es una respuesta a los burócratas de Human Right Watch, Amnesty International y a la Comisión de DD.HH. de la ONU que dice «el Estado ha hecho uso de fuerza desmedida contra quienes protestaban”. Esto debido al  Decreto de Estado de Emergencia, recordando que «no debe impedir a las personas ejercer el derecho de reunirse. De manifestarse pacíficamente. Al tiempo que el Estado de Chile tiene el deber de garantizar el orden público, en el marco del respeto a los Derechos Humanos». El equipo de DHSF ha tenido acceso a información proporcionada por  Carabineros,(Policía militarizada de Chile), RRPP del Ejecito y centros de atención médica de urgencia en Santiago haciendo un llamado al gobierno manifestándole que “el control del orden público y el uso de la fuerza debe realizarse de manera proporcional, cuidando no afectar la integridad de los manifestantes” reiterando que el «uso de la fuerza debe ser el mínimo”. “Chile tiene la obligación de proteger la integridad física de las personas. Abstenerse de usar gases lacrimógenos y mucho menos armamento de guerra en zonas donde se encuentren mujeres, niños y adultos mayores, como han podido constatar los observadores de DHSF». Los gases lacrimógenos usados en Chile han sido prohibidos por la ONU al ser considerados “armas de guerra”.

El presidente Piñera hizo una desafortunada declaración pública por cadena nacional diciendo que Chile estaba “en guerra con un enemigo interno”.

El informe de DHSF concluye expresando “su preocupación por la pérdida de vidas en situaciones no claras y las lamentables declaraciones que han sido corregidas por el Jefe Militar de Santiago, general Iturriaga, quien manifestó “no estar en guerra con nadie”.

La salida de Chile no será la que quiere Maduro, quien desea que Chile se sume a su sistema propuesto a través del Foro de Sao Paulo. La salida de los problemas no son difíciles de solucionar. Una de las salidas es que el Presidente y el Congreso legislen con una Ley general e inmediata que suba el salario mínimo, las pensiones de hambre que tienen los pensionados chilenos, que los Congresistas, el Presidente y sus ministros se rebajen el salario en por lo menos un 50%, que acuerde las bajas inmediatas de los medicamentos que en algunos casos cuestan hasta un 800% más que en España o Estados Unidos, que se elimine el Impuesto al Valor Agregado, el cual afecta a los más débiles, que se mejore la salud pública y la educación, que el Estado se haga cargo del transporte público como sucede en muchos países, que se acaben los abusos con los precios de la electricidad y el agua potable, que se acaben las colusiones empresariales, que se castigue a los verdaderos evasores de impuestos quienes han salido todos en libertad, y algunos cambios más para lo cual hay dinero de sobra en las arcas fiscales. El PIB de los chilenos es mentiroso pues un 1% de la población (menos de 200 mil personas) vive con más de un millón de dólares mensuales mientras que la mitad de los trabajadores, es decir unos 5 millones debe sobrevivir con menos de 500 dólares mensuales.

Los políticos chilenos deben dejar de pensar en solo ellos y hacer los cambios necesarios ya,  pues no podemos caer en manos del populismo como cayeron otras naciones. Necesitamos vivir en paz y para esto debemos vivir con justicia y terminar con la ira y rabia que tienen los chilenos. Lamentablemente al cierre de esta crónica el gobierno aún no entiende lo que sucede en el país.